Los representantes de Mitsubishi han examinado varios terrenos en las afueras de San Petersburgo con vistas a la construcción de una planta automotriz. Otra provincia rusa, Kaluga, también ha ofrecido a la corporación japonesa terrenos y privilegios para este proyecto pero Mitsubishi se está decantando a favor de San Petersburgo: se supone que la empresa podrá usar a los proveedores de componentes industriales que han de llegar a esta región después de Toyota y Nissan.
Hacia mediados de verano, Mitsubishi daba a entender que la planta en Rusia sería instalada únicamente después de que las ventas en el mercado local hubiesen superado 90.000 unidades anuales. El pasado año, la marca nipona vendió en Rusia poco más de 55.000 coches. Si la empresa cambió de idea luego es, entre otras cosas, por el retraso que se produce en el ingreso de Rusia a la OMC. En principio, estaba previsto que Rusia podría incorporarse a la OMC en 2007, a más tardar, después de lo cual procedería a bajar gradualmente los aranceles sobre los coches de importación, del actual 25% en el segmento de turismos nuevos a un nivel del 15%. Mitsubishi tenía miedo de que su planta en Rusia se viera obligada a competir con las importaciones baratas, y que la inversión por tanto no fuese rentable. Más tarde, las negociaciones entre Moscú y Washington se fueron atascando y el ingreso de Rusia quedó pospuesto para fechas más remotas, de manera que los japoneses decidieron movilizar el diálogo con las autoridades rusas con vistas a la firma de un acuerdo sobre el ensamblaje industrial que les permite importar componentes a partir de aranceles más bajos.
