El número de las absorciones hostiles en la capital rusa se ha reducido casi tres veces en este último año, afirma el moscovita alcalde Yuri Luzhkov. El mercado de las opas hostiles en Moscú, evaluado en US$3.000 millones, se ha vuelto más civilizado: ahora se usan esquemas legales, sin acciones violentas, y la atención se ha ido desviado desde las empresas grandes, que ya permanecen controladas en su práctica totalidad, a las pymes. En busca de nuevos proyectos ambiciosos, las entidades que practican el ‘raiding', o absorciones hostiles, se han dirigido a las regiones periféricas y hasta a países extranjeros, como Kazajstán o algunas repúblicas de la antigua Yugoslavia.
Según el Ayuntamiento de Moscú, se han registrado 47 casos de toma violenta de empresas en el primer semestre de 2005, frente a 190 episodios un año antes.
Por un lado, las autoridades han reforzado la lucha contra los ‘caballeros negros' o ‘tiburones', que es como llaman a los empresarios que practican absorciones hostiles, y por otro, en Moscú quedan actualmente pocas entidades que puedan interesar a estos últimos. Las grandes empresas industriales, del valor de treinta millones de dólares o más, fueron absorbidas en los años 1999-2005.
Saciados con porciones grandes, los ‘tiburones' se han ido reorientando a las pequeñas y medianas empresas. Ahora miran, por ejemplo, a las tiendas con una superficie de 90 metros cuadrados o más. Otro blanco son las empresas y los inmuebles que se encuentran en las provincias y las cuales van subiendo rápidamente de precio gracias a la política regional del fomento de inversiones.
La situación se agrava también por un intenso proceso de estructuración de grandes grupos empresariales, cuando los ‘tiburones' compran a precios de ganga algunos terrenos o instalaciones industriales a petición de las grandes empresas.
