Hungría ha experimentado en carne propia las mismas tecnologías de cambio de régimen que ya se utilizaron en muchos países, desde la ex Yugoslavia hasta Georgia y desde Ucrania hasta Kirguizistán.
Primero en la prensa se filtran unos datos comprometedores, luego de lo cual se da inicio a la campaña "Las autoridades mienten a la nación", se organizan manifestaciones callejeras, mientras la parte más enérgica y mejor entrenada de los manifestantes asalta a los edificios gubernamentales y pelea con la policía. Las víctimas que dejan las acciones no hacen sino conferirle al proceso una mayor emotividad, ofreciendo nuevos argumentos sobre el carácter antipopular del régimen que ha de ser derrocado. En raros casos las autoridades podrán resistir tales presiones durante meses (como, por ejemplo, en Bielorrusia o Azerbaiyán). Las cuestiones de legalidad y constitucionalidad se relegan a un segundo cuando no tercer plano.
Si estas tecnologías son aplicables en la próspera Hungría, podrán aplicarse por doquier. Si durante varios años todos los políticos y periodistas occidentales aclaman los procesos revolucionarios, ¿acaso esto no estimula a los nuevos revolucionarios? En medio de la globalización de los medios de comunicación, la estimulación del proceso revolucionario en unos países provoca la desestabilización en muchos otros. Y resulta muy difícil presagiar el lugar en que estallará esta mina de acción retardada: en Kiev, en los suburbios de París, en Budapest o en Bangkok. Al fin y al cabo, la oleada revolucionaría podrá acabar con quienes la generaron.
Impulsando el proceso revolucionario, es imposible controlar su cariz político. En 1917, los revolucionarios rusos y los gobiernos occidentales con gran entusiasmo derrocaron la monarquía en Rusia, pero en cambio recibieron más de 70 años del régimen bolchevique.
Últimamente, todo parecía indicar que en Hungría se impuso la orientación a la cooperación constructiva con Rusia. Por su parte, Vladimir Putin le ayudó al partido encabezado por el primer ministro Ferenc Guyrcsany al visitar Budapest poco antes de las elecciones y anunciar ambiciosos proyectos conjuntos. Pero a pesar de ello, en medio de las luchas revolucionarias se profanan los monumentos a los soldados soviéticos que liberaron a Hungría de los nazis, se lanzan embustes contra nuestro país, expresa Viacheslav Nikonov, presidente de la Fundación "Política".
