Los jueces instructores están barajando varias hipótesis a raíz del asesinato de Anna Politkovskaya pero prácticamente todas guardan alguna relación con las investigaciones periodísticas que ella realizaba en las zonas de conflicto en el Cáucaso ruso. La muerte de esa reportera inclaudicable ha tenido amplia resonancia en el mundo y puede afectar seriamente a la reputación internacional del Gobierno ruso.
Las actividades profesionales desarrolladas por la víctima se suponen como motivo principal del crimen, admite la portavoz de la Fiscalía General de Rusia. Una fuente próxima a la investigación menciona entre los eventuales enemigos de Politkovskaya tanto a algunos protagonistas de sus artículos - agentes de los cuerpos de seguridad federales y chechenos, a quienes la periodista incriminaba varios crímenes - como a otras fuerzas en Chechenia. En 2001, Politkovskaya había denunciado una serie de amenazas por parte de Sergey Lapin, miembro de un grupo policial de operaciones especiales que en 2005 fue sentenciado en Grozny a once años de cárcel, por secuestro y homicidio.
El asesinato de reporteros famosos ha tenido fuertes consecuencias políticas en algunos países postsoviéticos como es el caso de Georgy Gongadze en Ucrania - crimen que los artífices de la ‘revolución naranja' achacaron al régimen de Leonid Kuchma - o la muerte de Elmar Guseinov en Azerbaiyán, atribuida más tarde a la oposición.
En lo que respecta a Rusia, es poco probable que la muerte de Anna Politkovskaya derive en una campaña política de gran envergadura, dice Nikolay Petrov, experto del Centro Carnegie de Moscú. Este crimen, igual que el reciente asesinato de Andrey Kozlov, vicepresidente del Banco Central de Rusia, demuestra la creciente rivalidad entre diversas élites locales de cara a las elecciones presidenciales de 2008.
Las relaciones entre Moscú y Grozny tampoco se verán afectadas por la desaparición de esta reportera a pesar de que ella había criticado muchas veces al primer ministro de Chechenia Ramzan Kadyrov. La gente del entorno de Kadyrov expresaba su descontento con esas publicaciones críticas pero los servicios secretos mantenían la situación bajo control e impedían las acciones ilegales.
El asesinato de Politkovskaya ha provocado amplia resonancia en el mundo y causado una sensación de choque en Occidente. James Nixey, del Chatham House, opina que la muerte de esa periodista y el anterior asesinato de Andrey Kozlov contribuirán a reforzar la imagen de Rusia como nación inestable.
