El futuro de la OTAN dependerá en mucho del desenlace de la campaña militar en Afganistán. De momento es prematuro hablar de un fracaso rotundo de la operación a cargo de las fuerzas multinacionales, aunque últimamente la situación en este país ha empeorado.
El Gobierno central no controla la mayor parte del territorio nacional. Los talibán y combatientes de Al Qaeda incrementan la actividad terrorista. Crece el número de víctimas entre la población civil y las bajas entre militares extranjeros. Hablando en rigor, se ha visto atollado el proceso político interno. La cumbre de la OTAN celebrada en Riga ha dejado ver que a los miembros de la alianza les resulta en extremo difícil acordar cuestiones a primera vista sencillas referentes al aumento de la presencia militar y a la participación en las acciones de combate en Afganistán. Se hizo evidente que ya ahora las fuerzas de la OTAN están fatigadas y que será difícil remediar la situación obligando a los miembros flamantes de la alianza a enviar más militares a Afganistán o recurriendo a métodos "innovadores" de lucha contra los talibán, como hacen, por ejemplo, los británicos.
Creemos que la actual dinámica desfavorable hará que los altos cargos de la OTAN vayan asumiendo a nivel de conciencia la necesidad de mantener una cooperación equitativa con Rusia, Estados de Asia Central, estructuras regionales multilaterales, tales como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva. Paralelamente debe iniciarse el proceso encaminado a modificar los marcos políticos de arreglo en Afganistán, proceso que hoy de hecho está monopolizado.
La evolución de los sucesos en este sentido sentaría premisas para enmendar la situación, mientras la cooperación de Rusia con la OTAN en la tarea de estabilizar Afganistán podría tener consecuencias positivas de largo alcance para las relaciones Rusia-OTAN y para la transformación de esta alianza en general.
Pero si los altos cargos de la OTAN pasan por alto estas verdades objetivas y su operación en Afganistán no se corona de éxito, se pondría en entredicho la existencia misma de esta organización por no haber pasado la prueba del tiempo. Entonces el tema de nuestras relaciones con la OTAN se plantearía en términos nuevos. Se tendría que diseñar variantes optativas para remediar la situación degradante en Afganistán, opina el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov.
