Todos los países de la CEI están analizando las posibles consecuencias de la guerra energética entre Moscú y Minsk, aunque sus líderes se abstienen de emitir declaraciones oficiales. La crisis hidrocarburífera daría al traste con la Unión Rusia-Bielorrusia, ultimaría el proceso de desintegración de la CEI y daría pie a la recomposición de las fuerzas políticas en el espacio postsoviético, afirman los expertos.
El primer vicepresidente del Gobierno ucraniano, Nikolai Azarov, declaró que su país asume una actitud absolutamente neutral ante el conflicto ruso-bielorruso. Mientras, anteriormente el ministro de Energía, Yuri Boiko, anunció que Ucrania está dispuesta a aumentar la transportación del gas ruso a Europa a través de las tuberías que pasan por su territorio (para allanarse con Gasprom en sus presiones sobre Bielorrusia). Pero Azarov tardó poco en afirmar que el ministro expresó sólo el punto de visto propio sobre el asunto.
Según parece, el líder bielorruso ha optado por estrechar los vínculos con Kiev. "Sin ningún género de dudas, la Unión Rusia-Bielorrusia como Estado comunitario ha dejado de existir. Está ganando el terreno la idea de forjar la alianza eslava de Bielorrusia con Ucrania", comenta el experto del Instituto de Problemas de Globalización, Vladimir Filin.