Moscú, 16 de enero, RIA Novosti. La migración interna en los países con economías en transición de Europa y Asia Central, así como la emigración de éstas tienden a aumentar en la medida en que crece la demanda de la mano de obra joven y disminuye la natalidad en muchos países de esas regiones, afirman expertos en un informe elaborado por el Banco Mundial.
En el documento se señala que durante los últimos 15 años ha crecido sustancialmente la inmigración en Europa Occidental, a la que corresponde el 42% de los emigrados de Europa del Este y Central y un número creciente de los procedentes de las ex repúblicas de la Unión Soviética.
Alemania y Francia son los únicos países de Europa Occidental que en este indicador figuran entre la primera decena de los países del mundo. En esta lista Rusia ocupa el segundo lugar, después de EE UU. Ucrania, Kazajstán y Polonia se encuentran, respectivamente, en el cuarto, el noveno y el décimo.
Rusia atrae a los migrantes de la ex Unión Soviética, fundamentalmente del Cáucaso y Asia Central. La mano de obra de los más bajos ingresos de ésta última región emigra a Kazajstán, rico en recursos. Ucrania y Polonia actúan como puntos de tránsito en las rutas de quienes emigran a Europa Occidental.
Según el Banco Mundial, la migración puede hacer bien tanto a los países de los que sale la mano de obra como a aquellos que la reciben, pues permite disminuir el nivel de la pobreza.
Expertos del Banco Mundial proponen a los Estados coordinar mejor entre sí el equilibrio entre la demanda y la oferta de la mano de obra vía unos canales legales, lo que supone ofrecer protección de los derechos a los migrantes.
En el informe se señala que no existen recetas hechas de aplicación de una política eficaz en materia de migración, pero una de las variantes consiste en combinar la migración provisional con estímulos para el regreso de los emigrados o para la migración cíclica.
