En Rusia no se calman las pasiones en torno a la dimisión de Alexander Veshniakov, quien dejará el próximo 26 de marzo la presidencia de la Comisión Electoral Central (CEC), tras haber permanecido durante dos plazos consecutivos en este cargo.
En una intervención ante la prensa, Veshniakov dio a entender ayer que en el futuro será regla no escrita en Rusia que el presidente de la CEC no se presente para un tercer plazo, a pesar de que la Constitución reserva tal posibilidad.
La mayoría de los observadores locales sugieren que, en realidad, le quitan por haber transformado la CEC en un organismo con autonomía excesiva.
‘Veshniakov ha construido su propia vertical del poder dentro del sistema electoral - señala el politólogo Dimitri Oreshkin -. Todos los gobernadores trabajan para Rusia Unida y se dedican a recoger votos a favor de este partido oficialista, mientras que la CEC continúa siendo una estructura autónoma capaz de abortar los resultados electorales'.
Otro experto ruso, Viacheslav Nikonov, comparte esta opinión: ‘Veshniakov ha intentado colocar la CEC en el escenario político, algo que no se perdona en ningún país, incluidos los de Europa'.
Olga Kryshtanovskaya, a su vez, constata que ‘la CEC, con el perfil que tiene ahora, será innecesaria durante la crisis institucional provocada por las elecciones presidenciales de 2008'. ‘Se requiere un hombre de lealtad absoluta, alguien del entorno del presidente'- agrega ella.
Los observadores coinciden en que Veshniakov tiene suficiente carisma de hombre público y, en principio, podría participar incluso en las futuras elecciones presidenciales, pero esta perspectiva no le interesa al Kremlin, así que lo más probable es que le manden como embajador a algún país extranjero.
