La construcción del oleoducto Burgas-Alexandroupolis va a reportarle a Rusia ganancias considerables pero será todavía más beneficiosa para Europa, opina Konstantin Cherepanov, analista de Rye, Man & Gor Securities.
Primero, porque el proyecto ayuda a diversificar las rutas de transporte del crudo y, por tanto, reduce el riesgo de que haya cortes en el suministro. Y, segundo, porque el proceso de diversificación podría extenderse también a los proveedores, gracias a lo cual Europa dependería del petróleo ruso en menor grado.
La nueva tubería podrá transportar, en principio, el petróleo procedente de Kazajstán, donde trabajan ya gigantes como Eni, Shell y Chevron y donde se encuentra uno de los mayores yacimientos mundiales, Kashagan, con reservas de 4,8 mil millones de toneladas.
Ello significa que, a la larga, Rusia podría ver bastante debilitado el grado de la dependencia de Europa respecto a sus hidrocarburos, una de las principales herramientas usadas para ejercer la influencia política a escala internacional.