El 54% de los rusos califica como "injustos e ilegales" los resultados de privatizaciones realizadas a principios de la década del 90.
Los medios controlados por el Estado hacen propaganda diaria del creciente bienestar del ciudadano de a pie pero más de la mitad de la población sigue descontenta con sus condiciones económicas, especialmente, cuando el país nada en petrodólares.
"Por ahora no son más que gruñidos triviales porque la gente no se plantea fórmulas concretas de redistribución patrimonial y manifiesta su protesta boicoteando las elecciones, pero también es cierto que los sentimientos negativos dentro de la sociedad van en aumento", opina Leonti Byzov, del Centro nacional de estudios de la opinión pública VTsIOM. "Hay cierto distanciamiento entre la sociedad y el poder, fenómeno al que podría seguir una escalada de ánimos revolucionarios en Rusia", cree el sociólogo.
"El creciente malestar social podría derivar en inestabilidad política en cualquier momento", considera Vladímir Rizhkov, diputado independiente de la Cámara baja del Parlamento ruso.
"Las autoridades no hacen nada, y entre los rusos va incrementando, entretanto, el odio hacia conciudadanos más prósperos. Los inquilinos de nuevos edificios, rodeados de viviendas a punto de desplomarse, dicen que a cada rato la gente tira botellas de cerveza vacías contra sus coches", constata Elena Matrósova, directora del Centro de estudios macroeconómicos.
Uno de cada cinco rusos (18%) quiere la restauración del régimen socialista, similar al que existió en la URSS, y uno de cada dos (45%), aboga por una combinación del mercado con la política social. Apenas el 28% de la población dice estar contenta con el estado actual de las cosas.
