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Castigando a Estonia, Rusia castigaría a sí misma. Kommersant

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La cancillería rusa ha dejado claro que el actual conflicto político entre Moscú y Tallin puede tener graves repercusiones económicas para la parte estonia. A primera vista, se trata de una advertencia seria y que suena como amenaza. A Rusia le corresponde el segundo lugar, después de Finlandia, en el volumen de las importaciones de Estonia, y uno de los cinco primeros, en el de exportaciones, según las estadísticas correspondientes al año 2006. En el primer trimestre de 2007, las empresas rusas exportaron a Estonia incluso más que las finlandesas.

 

El comercio con Estonia también le reporta buenas ganancias a Rusia que en 2006 se quedó con un saldo positivo de casi mil millones de dólares. Por tanto, Moscú afronta ahora un dilema típico para cualquier Gobierno proteccionista. Hay dos maneras de "castigar" al Gabinete de Andrus Ansip: la primera es reducir las ventas a Estonia, haciendo pagar por ello a los exportadores rusos; y la segunda es establecer restricciones en materia de importación.

La primera variante surtiría mayor efecto: las exportaciones rusas a Estonia subieron al 9% en 2005 al 13,1% en 2006 gracias a la subida de los precios petroleros. La gasolina y el crudo reducido representan un 75% de lo que Rusia vende a Estonia. A través de los puertos de Estonia se transporta un 66% de la gasolina,  un 53% del crudo reducido y un 5% del combustóleo que Rusia envía a otros países, principalmente, los de la Unión Europea. Si las empresas rusas dejaran de usar esa ruta para la exportación del combustible y los metales, aunque el grado de dependencia en este último renglón es notablemente inferior, la economía estonia sufriría tremendo impacto. Eso sí, habría repercusiones igual de fuertes al otro lado de la frontera.

El eventual recorte de las importaciones desde Estonia también supone una medida sensible, puesto que a Rusia le corresponde un 9% de lo que el país báltico vende en los mercados internacionales. Con todo, Estonia importa más de lo que exporta, y si Rusia deja de comprar, por ejemplo, sus productos alimenticios, sus precios en el mercado interno van a bajar. Una restricción como ésta equivaldría a la financiación de la campaña a favor de los productos hechos en Estonia. En otros renglones, como vagones cisterna que Rusia compra en Estonia, las restricciones afectarían fuertemente al monopolio ruso de ferrocarriles RZhD, que es el principal comprador de este artículo.

De esta manera, la pregunta básica no es cuánto perdería Estonia a raíz de las eventuales sanciones sino qué precio Rusia estaría dispuesta a pagar por tal castigo.

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