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Occidente-Rusia: No hay guerra fría pero sí una rivalidad. Kommersant

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Las recientes críticas de George W. Bush en relación con Moscú, además de que son una manifestación del desacuerdo con la nueva política del Kremlin, marcan el fin del llamado período de cooperación estratégica entre Occidente y Rusia.

 

El cambio en la cúpula rusa había suscitado bastantes recelos en Occidente en el linde de los siglos XX y XXI. "¿Quién es el Sr.Putin?" fue una pregunta clave tras la llegada del nuevo dirigente ruso, quien se había forjado en los servicios secretos.

El primer ministro británico Tony Blair fue el primero en ofrecer la respuesta. Habló con Vladímir Putin dos semanas antes de su elección al cargo de presidente y afirmó en tono seguro que es "un hombre muy inteligente, con una noción clara de lo que quiere hacer en su país". La Rusia de Putin "es una potencia fuerte donde imperan la ley y el orden, pero todavía una nación democrática y liberal", decidió Blair.

Siguiendo al primer ministro de Gran Bretaña, el canciller alemán Gerhard Schroeder y el presidente francés Jacques Chirac también se expresaron por "aceptar a la Rusia de Putin". El mandatario estadounidense George W. Bush se encargó de poner el punto final tras reunirse con Vladímir Putin en Eslovenia, en 2001. "Le he mirado a los ojos a este chaval, y es de confianza", resumió Bush.

Esta frase marcó en los años posteriores la línea general de Occidente hacia Rusia. Claro que hubo también algunos retrocesos y períodos de enfriamiento por el tema de Chechenia, prensa independiente o ‘caso Yukos', pero la esencia se mantenía intacta. Los líderes occidentales proclamaban cooperación estratégica con Rusia y la anotaban como éxito importante de su propia política exterior.

Con el transcurso del tiempo, la situación empezó a cambiar. La línea del Kremlin fue provocando reacciones cada vez más negativas en la prensa y en la opinión pública occidental. Aparecieron las denuncias de "política errónea en relación con Moscú" y el tema ruso se fue transformando nuevamente en una carta de triunfo en Occidente, esta vez, en las manos de la oposición. También es verdad que van mermando a ojos vista las filas de los dirigentes occidentales que impulsaron la cooperación con la Rusia de Putin. Se fueron Gerhard Schroeder, Silvio Berlusconi y Jacques Chirac. Dentro de poco hará la retirada Tony Blair y sólo permanece por ahora George W. Bush, quien ha decidido anticiparse con el balance del período que va tocando fondo en las relaciones con Rusia.

Habrá otro período luego. De momento, no conviene calificarlo como reedición de la Guerra Fría pero sí ya es hora de aplicar el término "rivalidad". 

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