Dos políticos rusos de igual rango, los vicepresidentes primeros del Gobierno Serguei Ivanov y Dmitri Medvédev, disputan aparentemente el derecho de suceder a Vladímir Putin en el año 2008, constata Alexander Rahr, director de programas para Rusia y otros países de la CEI en el Consejo alemán de política exterior.
No obstante, la mayoría de politólogos rusos duda de que la futura carrera presidencial se vaya a desarrollar sobre un guión democrático, porque ello se contradice con los intereses de aquellos funcionarios del Kremlin que controlan hoy los recursos económicos y financieros. La variante más probable, según la opinión generalizada, es la llamada Operación Sucesor, o sea, un tercer delfín al que Putin podría sacar de la manga, colocar al frente del Gobierno y proclamar como favorito suyo. Tal hipótesis puede hacerse realidad en caso de que Putin opte por una retirada temporal para buscar reelección en 2012.
Curiosamente, lo que más interesa a los observadores no es el nombre del próximo presidente sino la posición que Putin pudiera aceptar después del año 2008. La lista de cargos que se van barajando en este contexto aumenta se multiplica cada día. Parecen aburridas ya las versiones tipo "dirigente del partido Rusia Unida" o "jefe del Consejo de Estado". Lo que está de moda ahora es imaginar a Putin como presidente del Comité Olímpico Internacional.
Sin embargo, valdría la pena dedicar la atención a otra obra de Putin, la más importante creada por él durante el proceso de modernización en Rusia y que le duele dejar en grado aún mayor que la presidencia. El dirigente ruso no ha conseguido reintegrar políticamente a los países postsoviéticos. El espacio económico único también sigue siendo una ficción. La unión militar agrupa únicamente a Rusia y a las naciones centroasiáticas, igual que en los tiempos de Borís Yeltsin. Lo que Putin realmente ha podido restablecer es el antiguo poderío energético de la URSS. La comunidad internacional está presenciando el nacimiento de una fuerte alianza del gas que dentro de poco será capaz de hacer competencia al cártel petrolero de los países árabes. Dentro del nuevo orden mundial en que los recursos energéticos serán un factor decisivo, la OPEP del gas contribuiría a la ulterior recuperación de Rusia en calidad de gran potencia global. Y el futuro presidente de esta organización tendría en sus manos una herramienta de potencial enorme: Gazprom.
