El empresario ruso Andrei Lugovói, principal sospechoso del "caso Litvinenko", jamás se había imaginado que un día se viera en el epicentro de un escándalo diplomático entre Londres y Moscú pero sus peripecias duran tanto tiempo que ya confiesa haberse acostumbrado a ser la comidilla de la ciudad.
Las recientes declaraciones del camarero Nomberto Andrade, a quien supuestamente distrajeron de forma deliberada para echar una dosis de polonio 210 en el té que estaba tomando Alexandr Litvinenko, chocaron a Lugovói muy poco, según él mismo afirmó en una entrevista a Komsomolskaya Pravda.
Según Lugovói, es un "invento burdo", "muy cómodo" para una persona que estuvo al lado pero no vio absolutamente nada.
Lugovói dice haber aceptado el desafío de la "cúpula burocrática que armó todo ese lío" y se declara dispuesto a pelear con ella.
"No tengo nada que temer. Me consta que soy inocente. ¡Y punto!", subrayó él.