Es un secreto a voces que las misiones diplomáticas en Oriente Próximo no tienen sentido, aunque vayan encabezadas por veteranos políticos de alto vuelo, opina Evgueni Satanovski, jefe del Instituto ruso de Estudios Mesorientales. El nombramiento de Tony Blair como emisario especial del Cuarteto no es más que un episodio de su currículum personal ni resuelve problemas al margen de la recolocación laboral del ex primer ministro británico.
El mundo ha dejado de ser un campo del juego en que las grandes potencias se reservan la exclusiva de decidir sobre el movimiento siguiente. Las figuras que ellas usaban en el pasado, tienen ya vida propia. Y es algo que se refiere tanto a los presidentes y los primeros ministros de una treintena de países comprendidos en dicha región como a miles de señores de la guerra, jeques tribales y líderes religiosos. Los ingredientes de esta ensalada son demasiado minúsculos como para manejarlos con cubiertos de la diplomacia tradicional. Lo único que puede con ellos y los mantiene a raya es un implacable molino de carne en forma de gobierno totalitario.
Al destruir los regímenes laicos de esta índole y al debilitar el engranaje tradicional del poder en las monarquías regionales, Occidente no ha generado aquí la democracia sino el caos tribal cuyas capacidades de comunicación diplomática con el mundo contemporáneo son las mismas que en el caso de los bárbaros para el diálogo con Roma.
La "comunidad internacional", afanosa por dejar resueltos para las elecciones de turno los problemas de Oriente Próximo y Medio, reedita los errores de siempre. Claro que, a la larga, habrá en esta región un equilibrio similar al que existe actualmente en Europa pero no será factible sino en 30 ó 50 años, como mínimo, y más de una guerra se habrá librado hasta que los sobrevivientes encuentren entre las ruinas la fórmula de paz.
Y entretanto, EEUU seguirá suministrando armas a sus aliados, y el palestino Mahmud Abbas, ayudado por medio centenar de vehículos blindados rusos, mantendrá con sus oponentes de Hamás el diálogo acerca de la reconciliación nacional. El presidente de la ANP difícilmente podrá construir un Estado cabal pero todavía le quedan ciertas oportunidades para intentarlo.
