Rusia continúa en la fase del crecimiento económico, pero al mismo tiempo se va profundizando el abismo en los ingresos de su población, especialmente, en Moscú. Según la advertencia de sociólogos, va en aumento el número de las personas que sienten la apatía y la marginación sociales.
Según las estadísticas oficiales, la relación entre el 10% más rico y el 10% más pobre en la capital rusa fue de 41 veces en el primer semestre de este año. En la Rusia de principios del siglo XX, después de tres revoluciones, el coeficiente era superior a 25.
Dinamarca, Finlandia y Suecia, por ejemplo, ostentan niveles de 3 a 4 veces, similares al que existía en la Unión Soviética. La estatificación social en Alemania, Austria y Francia ya es mayor, de 5 a 7 veces. Semejante relación es óptima, en opinión de economistas. "Cuando el coeficiente sube a 10, se crean las condiciones para disturbios sociales", precisó Ruslán Grinberg, director del Instituto de Economía anexo a la Academia rusa de Ciencias.
"La profunda desigualdad social comporta dos consecuencias importantes", señaló Natalia Tíjonova, experta en sistemas socioeconómicos y política social. "Primero, destruye el grado de confianza en la sociedad y reduce el capital social en general. Cada cual se cree en derecho de hacer lo que le convenga e ignorar por completo las reglas del juego universales. En la década del 90 se preservaban aún ciertas nociones generalizadas acerca del cómo debería comportarse una persona pero, en la actualidad, se multiplica la gente que no se siente restringida absolutamente por nada en su libertad individual y cree posible actuar según le plazca. Ello implica cuantiosos costes extra en lo económico y reduce la competitividad del país".
La segunda consecuencia, al decir de Tíjonova, es "un drástico empeoramiento de la salud de la población". "Es como si el sentimiento de marginación social generase dentro del organismo una enzima corrosiva. Y la verdad es que la mayoría de los rusos se sienten marginados".
