Los rusos parecen estar contentos con la actual política aislacionista y la mayor presencia del Estado en la economía nacional. Sin embargo, algunos expertos reparan en que la gente se opone a la ulterior consolidación de la vertical del poder y aspira a la democratización.
Los sociólogos del Centro VTsIOM realizaron una encuesta entre 1.600 personas para averiguar qué clase de correctivos quisieran introducir los rusos a la línea aplicada por Vladímir Putin. La mayoría aboga por reforzar las tendencias que se observan en materia de política exterior e interna. Así, el 51% cree que Rusia debería afianzar su identidad; el 56% sugiere ampliar el protagonismo del Estado en el terreno económico; y el 49% piensa que es necesario proteger el país contra los inmigrantes.
La ulterior consolidación de la vertical del poder parece necesaria al 26%, mientras que el 30% se pronuncia por la democratización, las libres elecciones y la independencia de la prensa. Otro 27% lo dejaría todo tal como está, y el 18% siente dificultades al responder.
La gente tiene tanta confianza hacia el actual presidente que el deseo mayoritario es reforzar y ampliar su política, constata Valeri Fiódorov, director de VTsIOM. Que haya respuestas encontradas acerca de la vertical del poder es atribuible, según él, al escaso interés por este problema. En cuanto al voto por la democratización, es probablemente un resultado de cierta confusión terminológica, advierte Fiódorov. La mayoría de los rusos piensa que el actual régimen es mucho más democrático que el anterior, de Borís Yeltsin.
Alexei Grazhdankin, del Centro Levada, también se ha fijado en que la vertical del poder genera opiniones contrarias. La vertical institucional y el cambio de estructuras autónomas por las de "democracia soberana" siempre han suscitado poco entusiasmo en la sociedad, explica él.
El politólogo Dmitri Oreshkin piensa que, poco a poco, los descontentos empiezan a consolidarse y que el 30% se transformará en un 50% dentro de dos o tres años, pues la gente se percata de que la vertical del poder no se traduce en un mayor grado de eficiencia. La población urbana y las personas con un nivel educacional más alto lo entienden antes, porque son conscientes de las ventajas del pluralismo y la competencia. A la larga, este fenómeno va a provocar una reestructuración del sistema político en Rusia, predice el experto.
