El nuevo conflicto entre Gazprom y Ucrania tiene menos connotaciones políticas de lo que parece a primera vista. Simplemente, el monopolio gasífero ruso está receloso de un cambio radical en el esquema de exportación del gas al mercado ucraniano.
Hay varios detalles raros en este asunto. No está claro por qué el problema de la deuda se ha planteado en términos tan acuciantes precisamente ahora, dos días después de las elecciones parlamentarias en Ucrania. Tampoco se entiende por qué Gazprom - empresa que en muchas ocasiones es sinónimo de Rusia - saca un problema económico a la luz pública y, encima, apela a los socios europeos. ¿Por qué Gazprom se dirige al Gobierno ucraniano, si el gas se lo compra una distribuidora suiza, RosUkrEnergo (RUE), participada al 50% por la compañía rusa?
Podríamos suponer que RUE y su contraparte en Ucrania, Naftogaz, no consiguieron arreglar el problema de la deuda, y que las estructuras matrices se vieron por tanto obligadas a intervenir en el conflicto. Y que una de estas entidades, Gazprom, desconfiaba tanto del desenlace positivo de la negociación que optó por elevar el problema al nivel público. El resultado está a la vista: los políticos europeos se alarmaron enseguida y pidieron a Ucrania y Rusia que resuelvan el tema. Faltan ya pocas semanas para el invierno y Europa recuerda perfectamente los cortes en el suministro del gas que tuvieron lugar en las primeras fechas de 2006.
Las elecciones legislativas en Ucrania también han jugado su papel en esta situación. Y no es que Rusia se sienta molesta ante la esperada coalición naranja y quiera, por costumbre, aprovechar a Gazprom para influir en la composición del futuro Gabinete ucraniano. Lo que preocupa al monopolio gasista es la rentabilidad del proyecto. Sabido es que Yulia Timoshenko, eventual jefa del próximo Gobierno ucraniano, mantiene una actitud extremadamente negativa al actual esquema de suministros, de acuerdo con el cual Ucrania recibe en la frontera una mezcla del gas turkmeno y ruso. Gazprom y RUE tienen miedo de que haya problemas con la liquidación de la deuda, y que el nuevo Gabinete ucraniano decida cambiar dicho esquema.
Difícilmente podríamos interpretar el anuncio de Gazprom como un intento de influir con métodos económicos en el futuro perfil de la coalición gobernante en Ucrania. Últimamente, las declaraciones retumbantes forman parte del estilo corporativo de Gazprom. Acompañaron al conflicto del gas con Ucrania y Bielorrusia y a la subida del precio para otros países postsoviéticos. También se escucharon en la disputa con Europa sobre la liberalización del mercado energético y cuando se dieron a conocer los planes relacionados con el gasoducto Nord Stream y la explotación del yacimiento Stockman.
En general, las declaraciones de este tipo contribuyen a calentar el mercado, permitiéndole a Gazprom mantener en alto los precios del gas. Nada de política, pura economía.
