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Atolladero de Bushire. RBK Daily

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Dentro de una semana, Teherán acogerá la cumbre de los Estados del mar Caspio en que se estudiará un nuevo proyecto de declaración del estatus jurídico del Caspio. Con todo, este no será el único tema de los debates. El complicadísimo nudo de problemas afecta a los intereses de todos los países ribereños, sobre todo a los de Rusia, obligada a moderar su cooperación con Irán bajo la presión de EE.UU. En primer término, esto repercute sobre los plazos de la puesta en explotación de la central electronuclear de Bushire.

"El estatus jurídico del Caspio representa para Rusia un problema de palpitante actualidad -opina Azhdar Kurtov, experto del Instituto ruso de Estudios Estratégicos-. Rusia, Azerbaiyán y Kazajstán ya repartieron la parte septentrional del zócalo, mientras los yacimientos de minerales allí todavía distan mucho de agotarse".

La situación en torno a Bushire es mucho más complicada y contradictoria. Según afirman representantes de Rusia, debido a los retrasos con el financiamiento por parte de Irán, esta obra  se pondrá en funcionamiento hacia el otoño de 2008. Las autoridades de Irán niegan los retrasos. En conversaciones privadas, ejecutivos de la industria nuclear rusa reconocen que Moscú aplaza la puesta en marcha de la central debido a las presiones norteamericanas. Por ejemplo, Washington obstaculiza el ingreso de Rusia en la OMC. Asimismo, la Cámara de Representantes del Congreso USA aprobó el proyecto de ley  HR 1400 que estipula cesar la cooperación con Rusia en el sector nuclear en caso de que este país continúe prestando asistencia técnica a la ejecución de los proyectos nucleares iraníes. Se trata de los suministros de uranio militar empobrecido desde Rusia a Estados Unidos en el marco del proyecto HEU-LEU (uranio altamente enriquecido - uranio poco enriquecido). Además, Washington da a entender que la puesta en explotación de la central de Bushire traería aparejada la renuncia de la Secretaría de Comercio a mantener negociaciones con la Agencia rusa de Energía Atómica (Rosatom) sobre los suministros del combustible nuclear.

Rusia propuso enriquecer en su propio territorio el uranio destinado para la central de Bushire, lo que obviaría la amenaza de creación de la bomba nuclear iraní, aceleraría la construcción de la propia central y ofrecería una alternativa a la operación militar de EE.UU. La renuncia a esta propuesta ofrecería libertad de acción a los "halcones" washingtonianos.

"Pero en Irán desde hace mucho se habla de la autosuficiencia, también en la energía nuclear, por lo que la aceptación de la propuesta sería interpretada como capitulación ante Occidente", sostiene Radjab Safárov, director del Centro de estudios del Irán contemporáneo. Además, en su opinión, la conformidad no protegerá a Irán de la agresión norteamericana cuyos motivos rebasan mucho los marcos del programa nuclear. Y esta es la segunda razón, por la que no cabe esperar avances espectaculares en la cumbre de los Estados del Caspio.

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