El reciente arresto del viceministro ruso de Finanzas, Serguei Storchak, se va a convertir de cara a las elecciones en un caso muy politizado, capaz de afectar tanto a Alexei Kudrin, jefe de dicho departamento con rango de vicepresidente del Gabinete, como a la empresa pública Rosoboronexport, que hace de intermediaria en la exportación del armamento ruso.
Además de Storchak, fueron detenidos Vadim Volkov, presidente del banco interregional de inversión MRIB, y Víctor Zajárov, jefe de la compañía Sodexim que figura entre los clientes de esta entidad bancaria. Se sospecha que los tres personajes intentaron apropiarse de fondos públicos en una transacción relacionada con la antigua deuda soviética con Argelia.
La detención de un auxiliar de Kudrin se explica perfectamente en el contexto de las pugnas que se llevan a cabo en el aparato del Gobierno y del Kremlin. Tras el ascenso de Kudrin al rango de vicepresidente del Gabinete, aumentó en grado notable su influencia en la distribución de los recursos presupuestarios. De hecho, el ministro de Finanzas pasó a ser una figura autónoma en el Gobierno de Víctor Zubkov. A los ojos del primer ministro, el "caso Storchak" podría transformarse en el pretexto para lanzar una campaña anticorrupción a gran escala que, de paso, contribuiría a neutralizar el crecido peso de Kudrin, dan a entender algunas fuentes en grupos exportadores.
Storchak no podrá trabajar ahora en proyectos que apuntan a repartir el excedente de petrodólares entre el Fondo de Reserva y el Fondo de Generaciones Futuras (FGF), lo cual augura nuevas oportunidades para que cabilderos saquen adelante algunas iniciativas rechazadas por el viceministro de manera categórica. Storchak se oponía a la idea de invertir los recursos del FGF en bonos de monopolios públicos, fondos índice y otros instrumentos que implican un riesgo mayor que el previsto por el Ministerio de Finanzas y el Banco Central.
La detención de empresarios vinculados al banco MRIB debería suscitar también la inquietud de Rosoboronexport porque las compañías integradas en el grupo son los clientes más importantes de dicha institución bancaria. Representantes del grupo dieron a entender el domingo que no interpretan el caso como "guerra de estructuras" ni como "ataque político contra las posiciones de Serguei Chémezov", el director general de Rosoboronexport. "El MRIB tiene poco protagonismo, así que acogemos el suceso como un incidente desagradable pero no fatal", declaró una fuente del grupo.
Decenas de personajes influyentes tenían, en principio, motivos para sentirse descontentos con Storchak. Desde que empezó el mes, el viceministro hizo numerosas declaraciones en público, en particular, sobre la deuda hindú, la política monetaria del Banco Central, el Fondo de Estabilización, la antigua deuda soviética con la ex Yugoslavia o la deuda rusa con el Banco Mundial. Sus jefes y colegas del pasado y el presente - empezando con Kudrin y Chémezov y terminando con el ex primer ministro Mijaíl Kasiánov - dejan aún más cabida para las insinuaciones en esta materia.
El motivo concreto para la apertura del "caso Storchak" es lo que menos importa en esta situación. Y no cabe la menor duda de que las estructuras próximas el Kremlin van a aprovecharlo como pretexto para dar nuevos pasos en el gran juego político que precede a las elecciones.
