Tras largas demoras, Atomstroiexport comenzó suministros de combustible nuclear para la planta atómica iraní de Bushire. La parte rusa obtuvo una victoria política sobre EEUU, pero la relación entre Rusia e Irán difícilmente alcance el nivel de asociación estratégica, sostienen los analistas.
Inicialmente, se planeaba poner en servicio la central en septiembre de 2007 lo que obligaba a Rusia a suministrar combustible para la planta ya el mes de marzo. No obstante, la fecha concordada de la puesta en marcha de la central quedó en papel por incumplir Irán sus compromisos financieros y por demoras en el suministro de bienes de equipo desde terceros países.
Atomstroiexport afirma que el grado de enriquecimiento de uranio suministrado a Irán no superará el 3,62%. En el momento actual Irán es capaz de enriquecer uranio en el grado del 3,7%. Además, la AIEA efectuará el control sobre el combustible nuclear ruso suministrado a la planta de Bushire.
"En esta etapa concreta los suministros de uranio proporcionan pocos beneficios económicos a Rusia -dice el analista de Troika Dialog, Mijaíl Stiskin-. La decisión tomada obedece más bien a las razones políticas." EEUU se oponía al inicio de los suministros de combustible nuclear a Irán, hace recordar el analista. "Al comenzarlos, Rusia resaltó su papel protagónico en el mercado nuclear mundial y ratificó su voluntad de cumplir los compromisos ante Irán, pese a las presiones políticas", opina Stiskin.
Es poco probable que la relación ruso-iraní alcance el nivel de asociación estratégica, puesto que "muchos países venían cooperando con Rusia hasta que no se les presentara la posibilidad de establecer las relaciones con EEUU, un socio más rico y más fuerte. No se descarta que Irán siga esta línea", dice el director del Instituto de Valoraciones Estratégicas, Serguei Oznóbischev.
