Las principales agencias noticiosas del planeta reprodujeron los fragmentos del discurso que Yuri Baluievski, jefe del Estado Mayor General del Ejército ruso, pronunció el sábado en el transcurso de la conferencia anual de la Academia de Ciencias Militares. "Rusia está dispuesta a usar armas nucleares para defender su soberanía", afirmaban unos. "Rusia puede asestar golpe nuclear preventivo para proteger a sí misma y a sus aliados", decían otros. "Rusia podría ser primera en realizar ataque nuclear", concluían terceros.
El discurso de Baluievski, entretanto, no contenía elementos sensacionalistas. Lo que hizo el general fue resumir en líneas breves una de las cláusulas de la Doctrina Militar adoptada por Rusia a principios de este siglo. El documento señala que Rusia se reserva el derecho de usar primera las armas nucleares contra un Estado o coalición de Estados que tengan tal armamento y se preparen para implementar una agresión a gran escala contra Rusia y sus aliados. Baluievski dijo textualmente lo siguiente: "No pensamos atacar a nadie pero creemos necesario que todos nuestros socios entiendan claramente y a que a nadie le quepa la duda de que se usarán las Fuerzas Armadas - en particular, de forma preventiva y con el uso de las armas nucleares, en los casos especificados en documentos doctrinales - para defender la soberanía y la integridad territorial de la Federación Rusa y de sus aliados".
EEUU y otras potencias nucleares también contemplan el derecho y la posibilidad de aprovechar las armas nucleares para ataques preventivos. Es más: los jefes del Pentágono planean incluso usar municiones nucleares en el campo de la batalla, algo que no está previsto en los estatutos militares de Rusia.
Obviamente, Baluievski no se paró ahí y observó que "la fuerza militar puede y debe usarse para demostrar que la máxima dirección del país está decidida a defender los intereses nacionales..." Lo que no está del todo claro es cómo hacerlo. La expedición de una escuadra rusa al Atlántico y al Mediterráneo, lo mismo que los vuelos realizados por la aviación estratégica de Rusia hacia las costas de los países miembros de la OTAN, cambian poca cosa en esta materia. El rearme del Ejército y de la Marina sigue avanzando a un ritmo muy lento. Algunos modelos de armamento, contrariamente a las declaraciones retumbantes de funcionarios castrenses y gubernamentales, no consiguen superar la fase de ensayos. Rusia no ha podido aún montar la producción en serie de sus flamantes armas y sistemas de combate. Todo ello, a pesar de que dedica sumas colosales a la defensa: más de 800 mil millones de rublos en 2008; más de 900 mil millones en 2009; y más de 1,1 bullones en 2010.
Cabría preguntarnos, si es un gasto racional y eficiente. Varios cargos que intervinieron en la conferencia del sábado señalaron que estas asignaciones no tienen debido rendimiento. El jefe del Ejército del Aire, Alexander Zelin, reconoció que, tal y como está organizado ahora el sistema de defensa aeroespacial, el territorio ruso será vulnerable para ataques para el año 2020.
La Academia de Ciencias Militares y los discursos que se escucharon el sábado en sus paredes contribuyen poco a resolver estas dificultades. Lo que se requiere para potenciar la seguridad nacional no son las declaraciones, por muy sensacionalistas que parezcan, sino una labor tranquila pero eficaz y consecuente. No sólo por parte de los militares, sino también por parte de la industria nacional, la dirección política y la sociedad cívica en su conjunto. Como vemos, todavía hay problemas en este terreno.
