A diferencia de Washington que suele mantener contactos con diversas fuerzas políticas, la diplomacia rusa siempre apuesta por los favoritos a pesar de que éstos se ven al poco tiempo en la condición de marginados, escribe Nezavisimaya Gazeta en su editorial del jueves.
Esta actitud poco flexible se manifestó claramente con respecto a Víctor Yanukóvich en Ucrania. Después de haberle apoyado en la campaña de elecciones presidenciales de 2004-2005, Rusia lo abandonó a raíz de la derrota, con el riesgo de perder los comicios parlamentarios de 2006. Y efectivamente los perdió, tras lo cual dio otro paso ilógico: volvió a respaldarle a Yanukóvich y a la oposición en su conjunto, pasando por alto al actual Gobierno ucraniano.
Algo similar sucedió en el año 2000 en Moldavia donde Moscú hizo lo posible por evitar la victoria de los comunistas, con Vladímir Voronin al frente, lo cual repercutió más tarde en las relaciones bilaterales. Si miramos a la política rusa en el Asia Central, no queda claro siquiera, si existen allí algunos grupos opositores. La diplomacia rusa prefiere trabajar únicamente con las autoridades oficiales aunque éstas usen las armas para aplastar a los disidentes, tal y como ocurrió en Uzbekistán, en 2005, o en Armenia, a principios de este año.
Para la política exterior de EEUU, en cambio, lo habitual es apostar a un mismo tiempo por el Gobierno y las principales fuerzas de la oposición. George W. Bush, por ejemplo, incluyó en el programa de su reciente visita a Ucrania una reunión con Yanukóvich, quien es líder de la oposición ucraniana y uno de los principales pretendientes de cara a las elecciones presidenciales del próximo año.
La diferencia entre los intereses coyunturales y los estratégicos radica en que estos últimos son determinados por opciones a largo plazo. Cuando hablamos del desarrollo de las instituciones democráticas en el espacio postsoviético, es lógico suponer que los Gobiernos irán cambiando. Incluso en los regímenes autoritarios del tipo asiático. Rusia, por tanto, debería armarse de un arsenal de herramientas para promover sus intereses en los países de la CEI. En particular, manteniendo contactos con la oposición. La experiencia estadounidense en este sentido es muy elocuente, útil y aleccionadora.
