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Se vislumbra un líder obvio en el tándem gobernante en Rusia. Vedomosti

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Quienes no siguieron desde primeros instantes el programa televisivo del pasado jueves en que Vladímir Putin respondió durante más de tres horas seguidas a las preguntas de sus conciudadanos, se habrán quedado con la impresión de haber retrocedido un año, escribe hoy el diario Vedomosti.

Nada indicaba que Putin hubiese cambiado el cargo de presidente de Rusia por el de jefe del Gabinete. Era como si el líder de la nación conversara con el pueblo que le había elegido. Y sólo los telespectadores más pacientes, aquellos que vieron el programa hasta el final, oyeron la mención de un tal presidente Dmitri Medvédev.

En realidad, a  Putin no le faltaron motivos ayer para recordar a su jefe inmediato, dado que  numerosas preguntas tuvieron que ver con la política exterior y la reforma militar. Podía haber respondido que estas asignaturas incumben al presidente y comandante en jefe pero no lo hizo. Es más: demostró un profundo conocimiento de ambos temas y hasta produjo una noticia al afirmar que nadie planea despedir del Ejército a los  suboficiales en contra de su voluntad.

Al comentar la guerra de agosto pasado en el Cáucaso, las relaciones con EEUU o las bases militares en Cuba y Venezuela, no dijo una sola vez que las decisiones las había tomado Medvédev, o al menos ellos dos en conjunto. La única mención de este tándem "eficiente" fue durante una rueda de prensa, después de terminado ya el programa en vivo.

Todo fue como siempre pero aún más largo. Daba la impresión de que el líder de la nación echa de menos a su gente, y si no intervino antes, es únicamente porque se lo impidieron algunas formalidades.

Aun así, a uno no le deja la sensación de que era un Putin distinto, especialmente, al principio. Tropezaba al hablar, perdía el hilo, tenía un aspecto tenso. El evento en sí parecía un rito ensayado mil veces: nada de improvisaciones o licencias. Será porque en las ocasiones anteriores presenciamos al líder de una economía pujante que hoy pasa a la recesión. Porque antes hablaba de éxitos, y ahora, del cómo superar problemas. Porque era en el pasado un líder legítimo mientras que hoy se presenta en una calidad insólita, la del número dos actuando como el número uno.

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