El Cáucaso ruso se sumerge en el caos, escribe hoy el periódico RBC Daily al constatar que el modelo de gestión regional resultó ser primitivo y empieza a fallar cada vez con mayor frecuencia.
El asesinato de la defensora chechena de derechos humanos Natalia Estemírova y el reciente atentado contra el presidente ingush Yunus-bek Yevkúrov son apenas la punta del iceberg, pues la inestabilidad se extiende poco a poco a las zonas que antes se consideraban tranquilas. Cada semana mueren asesinados en el norte del Cáucaso cinco o seis policías, militares o funcionarios públicos.
Expertos recuerdan que el Kremlin, antes de iniciarse la crisis, ofrecía a las autoridades locales carta blanca e inyecciones financieras a condición de que garantizaran las apariencias de paz y nuevos récords electorales del partido Rusia Unida. Es hora de cambiar la táctica pero ni el Gobierno ni los analistas entienden claramente las causas de lo que pasa a pesar de que ya transcurrieron varios años desde la segunda campaña bélica en Chechenia.
El islamismo se perfila a día de hoy como una causa marginal frente a problemas más importantes como la corrupción, la crisis, el paro juvenil o la falta de libre autoexpresión política, señaló Anatoli Tsiganok, jefe del Centro de pronósticos militares.
Enver Kisríyev, experto en asuntos caucásicos y colaborador del Centro de estudios de civilización y regionales anexo a la Academia rusa de Ciencias, atribuye la situación actual a una pugna encubierta entre diversos clanes por el poder y los recursos. El Centro federal, a su juicio, actúa con poca perspicacia al apostar por una mano de hierro única las repúblicas norcaucásicas, pues a la oposición no le queda simplemente otra forma de protesta sino lucha criminal bajo la alfombra.
Otro experto en estudios caucásicos, Nikolai Siláyev, del Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú (MGIMO), también opina que la apuesta del Kremlin por los jefes leales se justificó únicamente en el apartado electoral, pues garantiza el resultado necesario en las urnas. La salida, según él, es proceder a la solución de acuciantes problemas sociales pero el problema es que al Gobierno central le quedan cada vez menos recursos para hacerlo.
