Las recientes protestas deben persuadir al Gobierno escuchar a la sociedad de Rusia

© Sputnik / Ilia Pitalev / Acceder al contenido multimediaProtestas contra resultados de las elecciones parlamentarias en Rusia
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Las protestas que siguieron a las elecciones parlamentarias del 4 de diciembre en Rusia y culminaron el pasado sábado con un mitin multitudinario en la plaza Bolótnaya de Moscú demuestran que al Gobierno no le requieren explicaciones unos cuantos centenares de políticos marginados sino decenas de miles de ciudadanos jóvenes, bien vestidos y capaces de reflexionar.

Las protestas que siguieron a las elecciones parlamentarias del 4 de diciembre en Rusia y culminaron el pasado sábado con un mitin multitudinario en la plaza Bolótnaya de Moscú demuestran que al Gobierno no le requieren explicaciones unos cuantos centenares de políticos marginados sino decenas de miles de ciudadanos jóvenes, bien vestidos y capaces de reflexionar.

Lo que pretenden no es incendiar al Estado y cambiar al régimen sino hacerse escuchar. A juicio de politólogos, ya no hay manera de ignorarles. El Gobierno y la oposición supieron darse un paso al encuentro, a juzgar por la falta de incidentes en las protestas del sábado y la moderada actuación de la Policía en buena parte del país, pero la élite gobernante afronta ahora la tarea de impulsar en lo político un diálogo eficiente con la sociedad.

El mitin convocado ayer  por grupos opositores en la plaza Bolótnaya reunió a unos 25.000 participantes, según los datos del Interior, y a más de 100.000, según los organizadores. Esa manifestación, la del mayor seguimiento desde que Vladímir Putin subió al poder en 2000, coronó una serie de acciones de protesta iniciada el lunes  en la zona de Chístiye prudi en Moscú y continuada por manifestaciones multitudinarias en la plaza Triiumfálnaya de la capital rusa, así como en otras muchas ciudades del país, desde Vladivostok en el este hasta Kaliningrado en el oeste. Antes del sábado, la oposición había reprochado a la Policía su drástica actuación con respecto a los descontentos; ayer, el mitin de Bolótnaya terminó con aplausos hacia los agentes que actuaron con suma corrección ante decenas de miles de manifestantes.

“Es un acontecimiento significativo, crucial para nuestra sociedad. No hubo acciones tan multitudinarias desde 1989-1990… La gente actuó de forma solidaria contra el fraude electoral y en favor de convocar nuevas elecciones”, declaró a RIA Novosti Valeri Borschev, defensor de derechos humanos.

Por unas elecciones limpias

La demanda que unió el sábado a representantes de todo el espectro político fue la revisión del escrutinio oficial de los comicios parlamentarios. La Comisión Electoral Central (CEC) difundió la víspera el cómputo definitivo que otorga al partido gobernante Rusia Unida el 49,32% de los sufragios; a los comunistas (KPRF), el 19,19%; a Rusia Justa, el 13,24%; y al Partido Liberal Democrático (LDPR), el 11,67%. Otros tres partidos no pudieron superar la barrera del 7% de los votos: Yábloko obtuvo el 3,43%; Patriotas de Rusia, el 0,97%; y Causa Justa, el 0,6%.

La oposición, incluidos los partidos que ya tienen escaños en la Duma de Estado (Cámara baja) califican de fraudulento el recuento oficial y denuncian múltiples irregularidades el día de la votación, en particular, la introducción de papeletas en las urnas y la expulsión de observadores desde colegios electorales.
Por primera vez en la historia de Rusia, la coordinación de las protestas no se llevó a cabo a través de  estructuras políticas tradicionales sino por medio de redes sociales donde la gente se organizaba libremente en grupos y discutía sobre el dónde y el cómo expresar su descontento con los resultados electorales. Esta circunstancia, junto con la simple observación de quienes acudieron el sábado a la plaza Bolótnaya, testimonia que la base de protestas es distinta ahora: ya no son los jubilados y otros grupos de bajos ingresos económicos que tradicionalmente tienen ojeriza contra el Gobierno, sino gente de posición holgada y buen nivel educacional que, al igual que las autoridades, desean para el Estado un desarrollo estable pero carecen de fuerza política que les represente.

“No es una protesta política sino civil. Son ciudadanos que formulan exigencias al actual Gobierno sin buscar su dimisión”, destacó en declaraciones a RIA Novosti el politólogo Mijaíl Rémizov.

Repetir las elecciones o, al menos, el recuento en los colegios “sospechosos” y destituir al actual presidente de la CEC, Vladímir Chúrov, fueron las demandas más recurrentes en los mítines de ayer.

Serguei Mitrojin, líder de Yábloko, exigió “la apertura de expedientes penales contra miles de ladrones en mesas electorales”. Su planteamiento y otros similares fueron acogidos con voces de aprobación y aplausos.

Las protestas del sábado, por primera vez en los últimos años, congregaron en una misma plaza a militantes de partidos rivales que lograron dejar a un lado el resentimiento histórico y las fobias personales. Cabría interpretarlo como una victoria aunque el hecho plantea ante la oposición la ardua tarea de buscar una fórmula de compromiso y una plataforma política única para dialogar con el Gobierno, conseguir resultados y no ahogar en discordias partidistas la incipiente conciencia social.

“La oposición logró un éxito importante pero (…) no podemos atribuirlo a una fuerza concreta, pues son representantes de grupos muy heterogéneos”, dijo a RIA Novosti Serguei Márkov, politólogo y diputado parlamentario de Rusia Unida durante la última legislatura.

No es débil sino fuerte un gobierno dispuesto a oir la voz de la sociedad

Lo más correcto que el Gobierno podría hacer ante esas movilizaciones, según los expertos, no es obviar el descontento social sino reaccionar a las reclamaciones de quienes cuestionan el escrutinio oficial. Así podrán reducir el grado de protesta y afianzar la legitimidad de los órganos legislativos.
El politólogo Valeri Jomiakov opina que las manifestaciones en Moscú son una especie de prueba para “medir la inteligencia del régimen”. El Gobierno, según él, debería anunciar que va a examinar con lupa todas las infracciones y que los culpables recibirán castigo. “Si lo hace, las movilizaciones podrían mermar”, dijo.

Hasta hace poco, las autoridades rehusaron mantener con la oposición un diálogo constructivo y reprimieron las protestas callejeras. Unas 600 personas, según los datos oficiales, fueron detenidas el pasado lunes y el martes en Moscú por participar en manifestaciones no autorizadas. Otros 550 manifestantes fueron detenidos en San Petersburgo entre el 4 y el 7 de diciembre; y decenas de personas más, en otras ciudades de Rusia.

Hacia el sábado aparecieron los primeros visos de que el régimen está dispuesto, si no escuchar a los descontentos con el escrutinio, al menos evitar la violencia contra ellos. Así, las autoridades de Moscú consensuaron rápidamente la celebración de un mitin multitudinario y organizaron un corredor confortable para que militantes opositores se trasladaran desde la plaza de la Revolución, el lugar previsto inicialmente para la manifestación, hacia un escenario más amplio, la plaza Bolótnaya. Oleg Orlov, del centro pro derechos humanos Memorial, destacó en declaraciones a RIA Novosti que los acuerdos entre el Gobierno de Moscú y la Policía, de un lado, y los organizadores, del otro, se cumplieron cabalmente.

Agentes del orden no detuvieron a un solo manifestante en Moscú. En San Petersburgo, donde la Policía tuvo menos reparos, hay apenas 30 detenidos, y a escala nacional, no más de un centenar de un total de decenas de miles de manifestantes.

La sociedad echa de menos una política activa

Serguei Márkov considera que la sociedad rusa echa de menos una política activa, lo que presagia una campaña intensa y acalorada de cara a las elecciones presidenciales del 4 de marzo de 2012.

El politólogo augura que las protestas se van a multiplicar a menos que el Gobierno reaccione: “Es elemental, simplemente hay que atender las demandas más importantes de la gente, dejarse de habladurías y poner las manos a la obra, recuperar el estilo político del primer mandato de Putin”.
El primer ministro Vladímir Putin, quien durante muchos años fue la cara de Rusia Unida, ya se presentó como candidato a los comicios presidenciales de marzo próximo pero, a la hora de formar el centro coordinador de su futura campaña, decidió apostar por personalidades que no militan en el partido oficialista sino en el Frente Popular de Rusia (FPR), una organización más amplia.

El politólogo Mijaíl Rémizov califica de totalmente equivocado el temor de que cualquier paso hacia una revisión del escrutinio o la apertura de expedientes penales a raíz de irregularidades electorales sea interpretado como “una concesión a la calle”.

“Putin es un líder lo suficientemente fuerte como para que ello no parezca una concesión. En casos así, como regla, se aprueba un paquete de resoluciones que permite recuperar la iniciativa”, dijo.

Los manifestantes de ayer, según él, “están seguros de que su voz ha sido escuchada, y si reciben del Gobierno una respuesta adecuada, ello privará de sentido las ulteriores protestas”.

Los organizadores del mitin en la plaza Bolótnaya ya anunciaron la intención de realizar una acción similar dentro de dos semanas, el 24 de diciembre.

 

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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