EN BUSCA DE UN POLO DE ESPERANZA

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Leonid IVASHOV, coronel general, vicepresidente de la Academia de Problemas Geopolíticos. La Humanidad vive en espera de algo globalmente desagradable.

Leonid IVASHOV, coronel general, vicepresidente de la Academia de Problemas Geopolíticos. La Humanidad vive en espera de algo globalmente desagradable.

No es casual que nuestra Academia lleve ese nombre: al estudiar los problemas geopolíticos seguimos ojo avizor los procesos que se desarrollan en el mundo, analizamos y hacemos determinados pronósticos.

Podemos afirmar que la civilización humana atraviesa una grave crisis provocada ante todo por la pérdida de los puntos de referencia morales, por la ausencia de las ideas filosóficas acerca del futuro o, mejor dicho, de un nuevo orden mundial.

Lamentablemente, hemos de hacer constar que ahora no predominan las ideas de desarrollo. Actualmente, la gente más acaudalada del planeta y las más ricas corporaciones transnacionales determinan el desarrollo mundial. Están idolatrando las ganancias y los instrumentos de lograrlas, entre los cuales figuran no sólo los dólares, sino también la fuerza militar, provocaciones, operaciones secretas, y así sucesivamente. Está arraigando cierta moral antihumana calificada de cultura de la muerte por el Papa Juán II. El individualismo extremo, el ansia de lucrarse y de conseguir éxito, incluso por la vía más inmoral, están deformando la esencia humana.

Salta a la vista la frustración de las normas del Derecho Internacional, especialmente en materia de las relaciones interestatales que, como bien se sabe, se establecieron en el período de paridad, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo había resultado ante una seria alternativa: el sistema socialista. Indistintamente de nuestra actitud hacia éste, gracias a la existencia del "campo socialista" precisamente, se formó la época de equilibrio político y militar. Sin temor a exagerar, podemos decir que se trataba de las "relaciones de mercado" políticas que ofrecían dos vías: capitalismo liberal o sistema socialista. Por lo regular, los países del Tercer Mundo optaron por un modelo mixto caracterizado por los rasgos socialistas y capitalistas a un mismo tiempo. Actualmente, esta opinión se esfumó sin dejar huella, lo que devino una tendencia muy peligrosa, ya que el sistema basado en el Derecho Internacional servía de escudo protector para cualquier Estado. Entretanto, según muchos indicios, la política de EE UU está apuntada a crear el ambiente de caos para luego utilizarlo en interés propio. Al echar un vistazo al mapamundi, será fácil ver una ramificada red de conflictos latentes para activar los cuales basta con frecuencia pulsar el botón.

En realidad, todo el servicio de inteligencia de EE UU pasó a trabajar en base a las doctrinas nuevas. Según ellas, los servicios secretos tienen derecho a conducir la guerra preventiva con el fin de derrocar líderes de los Estados y cambiar los regímenes políticos en todos los Estados del mundo que amenazan o podrán amenazar a EE UU en el futuro. De este modo, se dio el visto bueno a la guerra secreta contra cualquier país. Con arreglo a sus guiones, a veces se realizan acontecimientos dramáticos infundiendo pavor a millones de habitantes y paralizando la vida de megápolis enteras. En tales situaciones la gente se convierte en rehenes de la mala voluntad de alguien y en socios de un juego confuso. Lo más peligroso es que el mundo no puede adquirir estabilidad. Aunque no sólo las leyes de la física, sino también la historia de la humanidad demuestran que para mantener estabilidad en nuestro planeta, será necesario tener al menos dos pilares. Cuando se logra la paridad, será posible ponerse de acuerdo, lo que es inconcebible si predomina solamente un polo, tal como EE UU.

Además, no se debe pensar que el granjero norteamericano no haga más que planear la conquista del mundo. Está claro que, como en los demás países, a la mayoría de la población la preocupan problemas totalmente distintos. Naturalmente, el capital conjunto, en primer lugar, el relacionado con el petróleo y el complejo industrial militar, en persona de la Administración Bush, está en guardia. En muchos aspectos, EE UU ya ejerce control de Arabia Saudita, de Kuwait, de los campos petrolíferos iraquíes y la meseta iraní rica en petróleo. Si dos tercios del meridiano petrolífero resultan en la zona de su influencia, los demás países, a pesar de su deseo, difícilmente puedan contraponerle algo. No es casual que la estrategia de seguridad nacional -que preside la política con respecto a Rusia y China, en primer lugar-, postula la necesidad de impedir el renacimiento de cualquier Estado capaz de lanzar un desafío a EE UU en cualquier esfera. Procede señalar que EE UU implantó ese algoritmo de represión en la práctica totalidad de regiones capaces de amenazar en tal o cual grado a los intereses norteamericanos.

Sin embargo, existen los Estados que no están sujetos al control estadounidense. El programa de desarrollo de China, calculado hasta 2019 del siglo presente, determina claramente el objetivo: llegar a ser la potencia número uno igual a EE UU. Conviene señalar que los chinos no declaran el logro de la superioridad militar ni del predominio en materia de la economía. Siguen un camino distinto subordinando a sus intereses la economía del Sureste Asiático. En Malasia, Indonesia y otros países del área los chinos representan no menos del 10-11% de sus habitantes. Ellos controlan no sólo el comercio, sino también desarrollan la producción controlando hasta el 80% de la economía de esas naciones. De tal manera, la expansión económica larvada, incluida la étnica, les permite conquistar el mundo. ¿Será peligroso ese fenómeno? Sin lugar a dudas. China está incrementando su potencial económico y forma activamente su defensa. En efecto, podrá representar peligro. O, tal vez no, si en el mundo prevalecerá cierta armonía económica y se establecerá el contraequilibrio de fuerzas. ¿Qué variante tendrá más probabilidades de éxito? A este respecto, mucho depende de otros socios geopolíticos. Si, a pesar de todo, los norteamericanos logran hacerse con todos los recursos petroleros, atacando además, a Irán, descargarán así un golpe indirecto a China.  Esta no podrá sobrevivir sin recibir los derivados de petróleo. En este contexto, los norteamericanos mismos provocarán acciones de respuesta de China.

   Para Rusia también el tema chino sigue siendo actual. Es obvia la necesidad de mantener contactos con China en todos los ámbitos y seguir ojo avizor cada paso suyo. Naturalmente, es necesario resolver los problemas que surgen en el curso de la cooperación, no por vía militar sino por vía económica. Por ejemplo, no transfundir todo el petróleo a Occidente sino que compartirlo con China. Esto se refiere también al gas. Es necesario crear empresas conjuntas de elaboración de madera. En todo caso, existen muchas posibilidades de mantener una cooperación fecunda. No se puede mantener en aislamiento a China. La Organización de Cooperación de Shanghai (OCSh) oportunamente creada permite amalgamar, de mancomún con China, una amplia alianza geopolítica. Actualmente, el proyecto OCSh ya se hace realidad. Es muy probable que junto con éste aparecerá un polo alternativo muy necesario para que el mundo tenga dos pilares y exista la fuerza capaz de tratar a los cowboys norteamericanos como a su igual. Esa asociación ya se ha transformado del "quinteto": Rusia, Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán y China que tienen la frontera común, en "sexteto" a costa de su nuevo miembro: Uzbekistán. Además, otros Estados recibieron la invitación a participar en esta, por el momento, en calidad de observadores.

   De hecho surge la posibilidad de crear un bloque de cuatro civilizaciones afines a nuestro país según el rasero de valores. Incluye el mundo de cultura euroasiática, el de ortodoxia eslava, el islámico (Kazajstán y Kirguizistán), y así sucesivamente. Y, además, la civilización china. Esto hace posible mantener cooperación tanto en el contexto espiritual como estratégico. Pero en modo alguno para amenazar a Occidente. Es necesario ofrecer al mundo una alternativa de desarrollo. No se descarta la posibilidad de que la OCSh se convertirá en un escudo de protección que permita crear el mercado económico y sector bancario propios. Y que esta Organización se rija por la Carta de la ONU y, naturalmente, tenga su sistema de seguridad colectiva.

   En considerable medida, la OCSh reduce la "tensión" a escala mundial, siendo de notar que jamás la hemos considerado como alternativa a la OTAN. Nadie tiene la intención de amalgamar cierto bloque militar, sea por la mera razón de que en el marco de una organización militar sería imposible unir el Irán fundamentalista con la India, la cual, hasta cierto punto, se contrapone a China y a Rusia. En Oriente es necesario edificar un sistema de seguridad colectiva de corte oriental.

   En el mundo actual Rusia desempeña un papel singular. Se sabe que cada Estado grande tiene su propia idea geopolítica, es decir, cumple su misión. Está más o menos claro lo que pretenden los chinos o los norteamericanos. En cuanto a Rusia, en todos los tiempos su misión ha sido y sigue siendo invariable: entronizar la justicia en el mundo y mantener el equilibrio de fuerzas. Hoy la misión de Rusia adquiere los contornos más claros aún: tratar de armonizar relaciones entre las civilizaciones e impedir su colisión. El mundo espera una nueva filosofía de la existencia, y Rusia podrá ofrecerla.     

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