Extremistas palestinos dispararon este miércoles proyectiles contra Beer Sheva y Ashdod, las principales ciudades del sur de Israel, respondiendo de esta manera a un ataque de la aviación israelí que provocó la víspera la muerte de ocho compatriotas suyos en la Franja de Gaza.
Uno de los misiles causó heridas de mediana gravedad a un vecino de Beer Sheva que fue hospitalizado, informó el Ejército israelí. Otro cayó a unos cinco kilómetros del centro de Ashdod, sin afectar a nadie. Dos proyectiles más explotaron en una zona descampada cerca de la frontera entre la Franja de Gaza e Israel.
La aviación israelí eliminó ayer al menos a cuatro extremistas durante un ataque contra Gaza. El bombardeo causó también la muerte de cuatro civiles, entre ellos, adolescentes que estaban jugando al fútbol.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, lamentó hoy esas víctimas fortuitas pero responsabilizó al movimiento Hamas de la escalada de violencia en Gaza y el uso de civiles en calidad de escudo humano. Aseguró que Israel no tiene la intención de provocar un deterioro de la situación pero tomará medidas enérgicas para proteger a sus ciudadanos contra decenas de misiles que Hamas lanza deliberadamente hacia su país.
La escalada de tensión en las fronteras de Gaza y la multiplicación de ataques extremistas, que la semana pasada registraron una media diaria de 50, hacen al Gobierno israelí plantearse la posibilidad de una nueva intervención militar en el enclave palestino. El subjefe del Gabinete, Silvan Shalom, comparó la situación actual con la que precedió a la operación Plomo Fundido, a principios de 2009. Aquella ofensiva israelí contra Gaza costó la vida a 1.400 palestinos.
En una entrevista con la emisora Kol Israel, Shalom manifestó que el Gobierno israelí podría plantearse una nueva operación de este tipo aunque al mismo tiempo reconoció que “tal paso colocaría la región en una situación mucho más explosiva”.
