Los líderes de países integrados en la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) aprobaron hoy la declaración final de la cumbre celebrada en la capital kazaja en el décimo aniversario de esta alianza regional.
La Declaración de Astaná destaca “un alto nivel de confianza recíproca” que los países de la OCS han logrado en este último decenio y califica de “eficaz” su cooperación en diversas asignaturas, en particular, en la lucha contra terrorismo, separatismo, narcotráfico, delincuencia transfronteriza y crimen organizado.
Los firmantes manifiestan su fuerte inquietud ante las revueltas en el norte de África y Oriente Medio y exhortan a estabilizar la situación cuanto antes, en particular, poner cese al conflicto armado en Libia asegurando que todas las partes implicadas acaten estrictamente las resoluciones 1970 y 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU.
“Los Estados miembros de la COS respaldan el avance de de esta región por el camino del desarrollo democrático en función de su idiosincrasia y particularidades histórico-culturales”, señala el documento que llama, entre otras cosas, a “respetar el principio de la no injerencia en asuntos internos de cada Estado independiente”.
La Declaración de Astaná avala la creación de una zona desnuclearizada en el Asia Central y el uso del espacio extraterrestre con fines exclusivamente pacíficos. También previene contra “un desarrollo unilateralista e ilimitado de defensa antimisil” alegando que “podría perjudicar la estabilidad estratégica y la seguridad internacional”.
Fundada en 2001, la OCS integra a China, Kirguizistán, Kazajstán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, naciones que ocupan el 61% del territorio eurasiático y representan una quinta parte de la población mundial. Si se les suman cuatro países observadores (Irán, Pakistán, India y Mongolia), Afganistán (con rango de invitado), así como Bielorrusia y Sri Lanka (con rango de socios del diálogo), la OCS abarca más de la mitad de la población del planeta.
