Las relaciones internacionales entraron en una zona de turbulencia en 2011, constató el canciller ruso Serguei Lavrov en un artículo divulgado hoy por Exteriores.
Dicha tendencia, que se puso de manifiesto en las revueltas del mundo árabe y la crisis de la deuda en la Eurozona, plantea la necesidad de formar un sistema más flexible y equilibrado de vínculos internacionales, renunciar a la presión militar y a las sanciones unilaterales en el arreglo de conflictos, ya se trate del antagonismo entre el Gobierno y los manifestantes en el Medio Oriente o de la situación en torno al programa nuclear de Irán, destacó Lavrov en ese artículo redactado para el Anuario Diplomático.
La relación con los vecinos más próximos, miembros de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), y una cooperación estable con Occidente, de igual a igual, serán las prioridades de la política exterior de Moscú en un futuro próximo, según el canciller. Lavrov recordó en particular que Bielorrusia, Kazajstán y Rusia ponen en marcha a partir del 1 de enero de 2012 una nueva estructura de integración, el llamado espacio económico único.
Al comentar las relaciones con Occidente, el ministro resaltó la necesidad de tomar en cuenta las preocupaciones de Moscú sobre el futuro sistema antimisiles en Europa y manifestó la esperanza de que nadie se proponga transformar a la OTAN en un “cirujano global” que trata de intervenir radicalmente en complicados conflictos internos.
