El presidente de EEUU, Barack Obama, quien anoche asistió en Newtown, estado de Connecticut, a una vigilia de diversas confesiones por las 26 víctimas de la matanza en la escuela Sandy Hook, prometió medidas a nivel nacional para garantizar una mayor seguridad para los niños.
El viernes pasado, un joven armado con un fusil de asalto irrumpió en la escuela de primaria Sandy Hook, en la ciudad de Newton, asesinando a balazos a 20 niños de entre 6 y 7 años y seis adultos, incluida la directora del centro. Según el informe forense, las víctimas, entre las que se encuentra la madre del asesino, recibieron entre tres y 11 disparos cada una. El tirador, Adam Lanza de 20 años, se quitó la vida en el lugar de los hechos.
“En las próximas semanas usaré todo el poder de mi cargo para involucrar a mis conciudadanos en un esfuerzo dirigido a prevenir más tragedias como esta. No podemos seguir tolerándolo. No podemos aceptar este tipo de hechos como rutina. Estas tragedias deben acabar. Y para acabar con ellas, debemos cambiar”, declaró Obama a las familias de las víctimas.
Aunque el mandatario no especificó de qué medidas se trata, en su discurso hubo una clara alusión al control de armas, una cuestión que divide la sociedad estadounidense entre los que abogan por imponerlo, y los arduos defensores de la segunda enmienda de la Constitución que establece el derecho a las armas.
“Estamos preparados para decir que la violencia que encuentran nuestros niños año tras año es simplemente el precio de nuestra libertad?”, se preguntó Obama, quien ya pidió controles más rigurosos en la concesión de licencias de armas tras la matanza en un cine de Colorado que acabó con la vida de 12 personas en julio pasado.
Según reveló anoche la Policía, en el escenario de la masacre se hallaron centenares de balas que aún quedaban al tirador después de perpetrar los asesinatos. La mayoría de sus víctimas murieron por disparos con un fusil de asalto Bushmaster AR-15. Adam Lanza portaba además dos pistolas semiautomáticas de calibre 10 y 9, con una de las cuales se pegó un tiro.
La Policía descubrió también una escopeta en el maletero del coche del asesino, así como, en la escuela y sus alrededores, numerosos cargadores de 30 balas cada uno para el fusil.
El Bushmaster y las dos pistolas pertenecías a la madre de Lanza, Nancy, quien también poseía varios rifles y era aficionada al tiro al blanco. Según algunos testimonios, Adam y su hermano mayor Ryan a menudo acompañaban a su madre a realizar prácticas de tiro.
