La construcción de plantas para el desarme químico en Siria requiere de mucho tiempo y parece inviable en medio de una guerra, opinan expertos rusos entrevistados hoy por RIA Novosti.
“Es un proceso complicado y duradero que puede prolongarse por varios años, desde el inicio de la construcción al lanzamiento de la planta”, señaló Andréi Baklitski, colaborador del Centro ruso de estudios políticos PIR y experto en Medio Oriente.
El vicepresidente del Centro, teniente general retirado Evgueni Buzhinski, no se imagina un proyecto así en plena guerra. “Unos construyen la planta y otros pueden volarla”, advirtió.
Una de las opciones, a su modo de ver, es que Rusia proporcione a Siria instalaciones móviles para la destrucción de armas químicas, pero todo dependerá del volumen.
“Una vez desveladas las existencias, los técnicos podrán estimar qué capacidades se necesitan para destruirlas, y si tiene sentido construir una planta mientras sigue en marcha la guerra”, comentó.
El presidente sirio Bashar Asad, en una entrevista transmitida ayer por la cadena estadounidense Fox News, evaluó en mil millones de dólares el costo del desarme químico de Siria y dijo que se requiere un año para implementarlo.
A Buzhinski le parece “un presupuesto normal, tal vez, ligeramente inflado”.
Por su parte, Baklitski recordó que Rusia gastó el pasado año unos 700 millones de dólares en la destrucción de 4.000 toneladas de agentes tóxicos, cantidad cuatro veces superior a la que, según las estimaciones, tiene Siria. Pero Rusia ya dispone de siete plantas para el reciclaje de armas químicas mientras que en Siria habría que empezar desde cero.
Baklitski duda de que la comunidad internacional, ante todo Occidente, acepten esperar varios años a que se construyan las instalaciones necesarias. Probablemente habrá que retirar del territorio de Siria el grueso de este arsenal, y “en tal caso no se trataría de mil millones de dólares”.
“Asad se apresuró un tanto a poner el precio”, concluyó el experto.
