El senador ruso Mijaíl Marguélov, emisario del presidente Dmitri Medvédev para África, manifestó en una entrevista publicada hoy en el diario Izvestia que el Grupo de los Ocho (G-8) debería examinar nuevamente la situación en Libia.
Marguélov, quien acaba de realizar una visita a esta nación del norte de África, destacó que “el mosaico libio” se compone ahora de tres elementos: la postura de los rebeldes en Bengasi, la de los gadafistas en Trípoli y la de la élite política que, sin pertenecer formalmente a los bandos en conflicto, se plantea la necesidad de reformas. Este último grupo, según él, se consolida en torno a Ahmed Gadaf al Dam, un primo de Gadafi asilado en El Cairo.
“Ahora que se ha aclarado la correlación de las fuerzas, los líderes del G-8 deberían debatir nuevamente el problema libio y continuar la conversación iniciada en Deauville. Es la conclusión principal de mi viaje”, resaltó Marguélov, quien encabeza el comité de asuntos internacionales en el Senado ruso.
Al reunirse a finales de mayo pasado en la localidad francesa de Deauville, los dirigentes del G-8 se pronunciaron por cesar de inmediato el baño de sangre en Libia y dejaron claro que Moamar Gadafi debe abandonar el poder. Los socios de Rusia en el G-8 confían en que Moscú podrá persuadir a Gadafi de que se vaya. El régimen libio, entretanto, afirmó que las decisiones del G-8 no tienen nada que ver con él y que sólo aceptaría iniciativas de paz por parte de la Unión Africana.
Las protestas contra el régimen se iniciaron en Libia a mediados de febrero pasado y derivaron al poco tiempo en un conflicto armado entre las fuerzas leales a Gadafi, quien lleva más de 40 años en el poder, y los rebeldes que demandan su dimisión. Para proteger a los civiles, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó en marzo el embargo sobre el suministro de armas a Libia, una zona de exclusión aérea sobre su territorio y otras medidas que allanaron el camino a la intervención militar de una fuerza multinacional que actúa bajo el mando de la OTAN. El pasado 1 de junio, la Alianza decidió prolongar su operación en Libia por 90 días como mínimo.
