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Moscú ha emprendido el último intento de salvar Irán de la operación militar norteamericana. Kommersant

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Ayer, las autoridades de Moscú le hicieron a Irán una advertencia sumamente rigurosa: o Irán satisface las exigencias de la AIEA o Moscú deja de apoyar a la República Islámica.

 

Representantes de la Agencia Rusa de Energía Atómica (Rosatom) dejaron bien claro que la planta electronuclear de Bushire, emblema del programa iraní de energía nuclear, no se pondría en servicio operacional en los plazos anteriormente establecidos, mientras un alto cargo advirtió que Rusia no dejaría ser arrastrada en los juegos antiyanquis. A juzgar por todo, se trata del último intento emprendido por Moscú para salvar a Irán de unas sanciones más rígidas cuando no de una operación militar norteamericana.

La advertencia la hizo una fuente autorizada de Moscú que prefirió escudarse en el anonimato. Su opinión la reprodujeron ayer casi simultáneamente las más importantes agencias noticiosas de Rusia. Tomando en consideración las prácticas arraigadas estos últimos tiempos, se puede afirmar que la advertencia a Irán proviene directamente del Kremlin.

La fuente se mostró descontenta con que "los iraníes abusen de la actitud constructiva de Rusia y no hayan hecho nada para ayudarnos a persuadir a nuestros interlocutores de que la política de Teherán es consecuente" y acto seguido hizo esta advertencia: "no se puede abusar eternamente de una actitud buena. Si Irán no responde a las preguntas de la AIEA, que asuma, pues, la plena responsabilidad por sus acciones. Para nosotros es inaceptable un Irán con bomba nuclear o con capacidades industriales para su creación. No vamos a jugar con ellos a los juegos antiyanquis". Quizás, nunca antes Moscú ha hablado con Teherán en un tono tan rígido.

La propia Rusia se ha visto en una situación delicada, pues no ha percibido de Teherán compensación alguna por los esfuerzos empeñados para salvar a Irán de las sanciones, esfuerzos que implican el riesgo de agravar las relaciones con EE.UU., ya de por sí complicadas. "Rusia ve deteriorada su imagen, sufre pérdidas en la palestra internacional, mientras los iraníes se mantienen en sus trece", expresó con indignación la ofensa del Kremlin la fuente arriba mencionada.

En esta tesitura, Moscú, que ya prefiere lanzarle a Irán advertencias directas, sin recurrir a complejas filigranas diplomáticas, procura no sólo impedir el recrudecimiento de las sanciones contra este país. En Rusia se dan perfecta cuenta de que si Teherán no hace unas concesiones razonables, la Administración de George Bush puede decidirse a lanzar una operación militar contra Irán, lo que para Rusia es todavía más inaceptable que verse involucrada en un juego antiyanqui según guión iraní.

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