La economía de Rusia se ve directamente afectada por la piratería intelectual que algunos países de la Europa del Este practican en relación con las tecnologías militares rusas, admitió el otro día Sergei Ivanov, vicepresidente primero del Gobierno federal.
Es la primera vez que un funcionario ruso de nivel tan alto formula semejantes acusaciones, aunque el problema en sí se conoce desde hace tiempo, constata Alexander Sharavin, director del Instituto ruso de análisis político y militar.
Rusia pierde anualmente casi dos mil millones de dólares porque su cuota en el comercio de los fusiles Kalashnikov no rebasa un 10-15 por 100, según las estimaciones de la compañía Rosoboronexport. El resto son réplicas piratas que se venden a precios de ganga y tienen dudosa calidad.
Los antiguos aliados de la URSS fabrican cada año casi un millón de fusiles de esta marca, que goza de tremenda popularidad. Es un negocio en que están implicados casi veinte países de Europa, África, Asia y América. Polonia, por ejemplo, firmó el pasado año un contrato para el suministro de 30.000 fusiles AK-47 y AKM a Irak sin haberse molestado en pedirle a Rusia la respectiva licencia.
También se falsifican otros sistemas de armamento y material bélico. Se sustituyen algunos componentes, se agrega un par de dispositivos adicionales, después de lo cual el producto se hace pasar por una tecnología original.
Así, Polonia produce cañones antiaéreos ZU-23-2KG que son prácticamente idénticos a los de la fabricación rusa. También hacen carros de combate PT-91 que, en realidad, son una versión actualizada del modelo ruso T-72. Otro tanto pasa con el lanzamisiles portátil Osa, que es una modernización polaca del ruso Igla. Hace poco, Rumania intentó vender al Oriente Próximo un vehículo blindado que, en rigor, era una variante ligeramente modificada del ruso BTR-80.
Vendiendo a bajo precio el armamento diseñado en Rusia, los piratas hacen algo peor que quitarle a Moscú su cuota de mercado. Se trata de transacciones cerradas al margen de las normativas y las reglas universales, y es lo que podría implicar consecuencias trágicas para toda la comunidad internacional, habida cuenta de que la amenaza terrorista va en aumento.
