Rusia procedió a la ejecución de un contrato de US$200 millones que prevé el suministro de sistemas de misiles antiaéreos Buk a Siria.
A Damasco le gustaría también adquirir en Rusia los flamantes sistemas S-300 y S-400, así como los cazas MiG-3, pero fuentes del sector ruso de Defensa dan a entender que es poco probable.
Desde 2004, cuando Rusia y Siria reanudaron negociaciones activas sobre la cooperación técnica militar, Moscú cerró con Damasco los contratos para la venta de un número limitado de misiles antiaéreos de corto alcance Strelets y Pantsyr, y de misiles de mediano alcance Buk cuya versión modificada, Buk-M2, fue exhibida en la reciente edición del Salón Aeroespacial MAKS-2007.
Una de las últimas modalidades, Buk-M1-2, puede abatir objetivos a una distancia de 45 Km y a una altura de 25 Km.
Los acuerdos firmados hasta la fecha demuestran que Rusia se niega a venderle a Siria sistemas de asalto, tales como Iskander (fue Putin en persona quien embargó su venta en 2005) y prefiere centrarse en el suministro de armas estrictamente defensivas y de escasa potencia, para no vulnerar la seguridad de Israel, opina Ruslán Pújov, director del Centro ruso de análisis de estrategias y tecnologías.
Sin embargo, Rusia tiene intereses comerciales en esta región y no puede renunciar del todo a la venta de armamento a Siria, que es una de las pocas aliadas de Moscú en el mundo árabe, al decir del experto.
Evgueni Satanovski, director del Instituto ruso de Oriente Próximo, cree que Damasco y Teherán están descontentos con Moscú en grado igual o incluso mayor que Tel Aviv. A Siria e Irán les parece incompleto el repertorio de armas ofrecidas por Rusia, mientras que Israel preferiría que no recibieran nada.