El ministro serbio para Kosovo y Metohija, Dusan Prorokovic, advirtió a Occidente que el reconocimiento unilateralista de la independencia kosovar daría Belgrado el derecho de enviar nuevamente sus tropas a esta región.
El traslado de tropas no sería más que un componente del plan global que incluye 16 acciones de respuesta, entre ellas, el embargo comercial contra Kosovo y el cierre de las fronteras, declaró el funcionario serbio en una entrevista a The New York Times.
Las amenazas que se escuchan desde Belgrado, además de complicar las relaciones de Serbia con Occidente, ponen en una situación embarazosa a Rusia. Un representante de la cancillería ruso dio a entender que Moscú difícilmente dará a los serbios la bendición para una nueva batalla por Kosovo, la cual podría desestabilizar la situación en los Balcanes.
Algunos funcionarios serbios intentaron suavizar las declaraciones de Prorokovic. Jelica Kurjac, encargada de negocios de Serbia en la Federación Rusa, descartó el jueves el uso de la fuerza, al subrayar que Belgrado "no piensa pelear con nadie".
Las afirmaciones controvertidas, cuando no mutuamente excluyentes, que hacen los políticos y los diplomáticos serbios son atribuibles, según algunas fuentes, a la diferencia de enfoques que aplican al problema el presidente Boris Tadic y el primer ministro Vojislav Kostunica. Ambos se oponen a la independencia de Kosovo pero Tadic se muestra dispuesto a hacer concesiones serias mientras que Kostunica mantiene una postura de nacionalismo beligerante. Dusan Prorokovic es un ferviente partidario del primer ministro.
De la línea que se imponga finalmente dependerá tanto la solución del problema kosovar como el futuro de Serbia. A juzgar por todo, los nacionalistas belicosos son los que llevan ahora la voz cantante en Belgrado. Un asesor de Kostunica, Alexander Simic, calificó el otro día a Montenegro como "cuasi-Estado surgido gracias a la oleada del separatismo". Sus palabras provocaron ya un fuerte escándalo diplomático. Semejante retórica suena familiar a los serbios desde los tiempos de Slobodan Milosevic. Es más: todavía pagan por ella.
