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El precedente de Kosovo es inconveniente para Rusia, opina politólogo. Rossiyskaya Gazeta

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Rusia no quiere verse ante la necesidad de reconocer o no reconocer a varios Estados rebeldes existentes en el espacio postsoviético que procurarán aprovechar el precedente de Kosovo para proclamar su independencia. Tanto reconocer como no reconocer es de momento inconveniente para Rusia.

 

EEUU y varias naciones europeas se empeñan en dar por resuelto, cueste lo que cueste, el problema kosovar, para de este modo demostrar que eran justos los bombardeos a que sometió a Kosovo la OTAN, de hecho desgajando esta provincia de Serbia. Está a la vista la aspiración de EEUU y de la OTAN, que, según creen, triunfaron en la Guerra Fría,  a imponer también en el siglo XXI sus condiciones. La presunción norteamericana desembocó en el fisco iraquí y por poco provoca una tercera guerra mundial que inevitablemente habría estallado a raíz de los golpes contra Irán que se fraguaban todavía hace poco.

Al percatarse de que la voluntad de Rusia es inquebrantable, la Unión Europea a través del acuerdo de Lisboa apenas empieza a recuperarse de la crisis política, ha decidido con razón que es mejor mantener una unidad frágil que reconocer una república mafiosa. Además, en muchas capitales europeas se dan cuenta de que el reconocimiento de la independencia de Kosovo generaría para el Viejo Mundo no pocos problemas difíciles de resolver. Europa tendría que asignar recursos para la reconstrucción de Kosovo, impidiendo al propio tiempo la posibilidad de surgimiento de una Gran Albania.

Rusia no tiene por qué darse prisa ni, menos aun, ceder sus posiciones, de hecho impecables en los aspectos tanto político como moral.

¿Habrá salida de esta situación? Desde luego que sí. Incluso diría que existen varias salidas. Para empezar, los países occidentales deben persuadir a Serbia, proponiéndole privilegios económicos y políticos que satisfagan a la mayoría de los serbios y, de hecho, puedan interpretarse como excusa e indemnización por los daños ocasionados por la guerra que había desatado la OTAN.

Otra variante. Privilegios más reunificación con Serbia de las áreas de Kosovo con mayoría poblacional serbia y, posiblemente, de otros territorios.

Si Serbia acepta una de estas variantes y, a rasgos generales, da su consentimiento para la independencia de Kosovo, el Derecho Internacional sería observado, Rusia y China dejarían de amenazar con usar su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, obteniendo al mismo tiempo una victoria moral.

Pero en todo caso, Rusia ya obtuvo una pequeña victoria en la política exterior, habiendo hecho patente su voluntad de luchar y la capacidad para bloquear resoluciones unilaterales e ilegítimas, opina Serguei Karagánov, director adjunto del Instituto de Europa (Academia de Ciencias de Rusia).

 

 

 

 

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