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Occidente y Rusia son irracionales en su actitud a Saakashvili. Vedomosti

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Tanto Occidente, que se erige en defensa del presidente georgiano Mijaíl Saakashvili, como Rusia, empeñada en su dimisión, mantienen en realidad una actitud perjudicial para sus verdaderos intereses, escribe hoy el diario moscovita Vedomosti.

Podría parecer paradójico pero a Moscú le conviene en realidad que Saakashvili se quede al frente de Georgia por el mayor plazo posible, mientras que a Occidente más le valiera buscar urgentemente un sustituto para aquél.

 

No es difícil explicar por qué Europa y EEUU empiezan a sentirse incómodos con el actual líder georgiano. Ya lo hacen algunos medios europeos, entre ellos, la BBC que mostró a un Saakashvili completamente olvidado de las cámaras en su despacho y comiéndose la corbata durante una conversación telefónica. Observadores  no tardaron en interpretar su gesto automático como un síntoma de trastorno emocional.

Bernard Kouchner, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, admitió que Georgia hizo algunos errores garrafales. Sus colegas en Europa y EEUU  ya se preguntan hasta qué grado Saakashvili podría considerarse un político sensato, de reacciones adecuadas, con mucho olfato y, a la larga, fiable.

Las respuestas difícilmente serían consoladoras para el actual mandatario georgiano. Si Occidente persevera en mantenerle en el poder, es para llevarle la contraria a Moscú y por la renuencia a reconocer errores propios.

En realidad, Occidente confía en Saakashvili menos que nunca. No se acostumbra en la política a apostar otra vez por un perdedor. Da igual por qué ha perdido y por qué se ha quedado con un Ejército destruido y una economía tambaleante en lugar de Osetia del Sur. Lo importante es que el resultado es directamente contrario al objetivo proclamado.

Esta situación implica una ventaja enorme para Moscú, pues deja en sus manos la iniciativa. Ahora bien ¿ganaría algo Rusia, si al frente de Georgia apareciese en poco tiempo un nuevo líder brillante, confiado de sí mismo y carismático, similar a lo que Saakashvili fue hace cinco años?

Podríamos responder afirmativamente, si fuese un candidato ideal  y apoyado por electores ideales. Pero Saakashvili, por estrambótico que parezca,  es un reflejo adecuado de ciertas aspiraciones que siguen vivas entre los georgianos. Es el deseo de recuperar los territorios que se perdieron en el pasado. No hay ningún viso de que estos ánimos vayan a cambiar. Y tampoco se vislumbra la posibilidad de implantar en Georgia un régimen pro-ruso.

Si en Georgia se anticiparan elecciones presidenciales, Rusia difícilmente estaría contenta con la victoria de un político como Irakli Okruashvili, ex ministro georgiano de Defensa que recomendaba atacar a Tsjinvali en otoño de 2006.

 

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