Los países europeos del ex bloque soviético tomaron numerosos créditos en bancos de los Estados altamente industrializados de la Unión Europea, y actualmente experimentan dificultades con su devolución. Rusia de momento tiene una situación relativamente buena. Pero si los precios del petróleo siguen bajando, Moscú probablemente tendrá que recordar los tiempos en que tuvo que llamar a la puerta del Fondo Monetario Internacional (FMI), pidiendo créditos.
Lo mismo que China está financiando a EEUU, Europa Occidental financia a la del Este. Pero con la diferencia de que EEUU contrae deudas en su propia moneda, mientras que Europa del Este toma prestado en euros, francos suizos, coronas suecas, etc., y ha acumulado un montón de deudas en el sistema bancario europeo. Las primeras dificultades surgieron el año pasado. Pero últimamente los bancos europeos ya empezaron a negarles créditos a ciertos deudores de baja solvencia.
Los más grandes deudores son Hungría y tres países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania). Para poder pagar las deudas contraídas, dichos países deben tener superávit, en vez del actual déficit de un 5-15%. O sea que deben exportar mucho e importar poco, así como bajar bruscamente su nivel de vida, lo cual puede tener consecuencias políticas y sociales impredecibles.
La situación de Rusia es algo mejor, el país tiene saldo positivo en el comercio exterior actualmente. Pero es el petróleo que le proporciona el grueso de los ingresos. Si su precio baja de 130 dólares por barril hasta 65, en vez de colosales ingresos Rusia obtendrá cuantiosos gastos. Y si los ingresos en divisas se reducen hasta registrarse un saldo paritario o negativo en el comercio exterior, el país se verá obligado a solicitar créditos en bancos extranjeros y FMI.
