Moscú, 29 de marzo, RIA Novosti. La perspectiva del desarme nuclear a largo plazo sigue siendo incierta a pesar de que EEUU y Rusia firmarán el próximo 8 de abril un tratado prácticamente modélico sobre el recorte de armas estratégicas ofensivas (START), escribe el politólogo Fiódor Lukiánov en un artículo publicado hoy en el diario Vremya Novostei.
Otras naciones aspiran a adquirir armas nucleares independientemente de las relaciones entre Moscú y Washington, recuerda el articulista. A India, por ejemplo, poco le importa el número de ojivas disponibles en EEUU o Rusia mientras que haya al menos una bomba atómica en Pakistán. Y viceversa.
El desarme de las superpotencias difícilmente empujará a otros Estados a seguir este ejemplo. Más bien, al contrario. La existencia de arsenales nucleares relativamente pequeños en algunos países acabará por frenar, probablemente, el proceso iniciado por EEUU y Rusia. Moscú y Washington no pueden permitirse el paso a la liguilla de China, por ejemplo, en lo que concierne al poderío nuclear.
El desarme nuclear será un objetivo viable únicamente con la creación de un nuevo orden mundial, en el que la contención global y regional se llevará a cabo con herramientas diferentes. Desde que terminó la Guerra Fría, la Casa Blanca y el Kremlin no son tan poderosos como para obligar a los demás países a actuar en contra de la voluntad propia, aparte de que la agenda internacional es muy variada y no depende del antagonismo nuclear de dos superpotencias.
El proceso del desarme, tal y como acostumbramos verlo desde finales de la década del 1960, va tocando fondo. Pierde sentido en el formato bilateral y difícilmente se extenderá a otros participantes. En cuanto a la idea de incluir en las negociaciones las armas nucleares tácticas, podría provocar una remilitarización absurda del debate político en Europa, en lugar de contribuir a la creación de un sistema de seguridad estable en este continente.
