Moscú, 26 de mayo, RIA Novosti. Las consignas de modernización proclamadas desde la cúpula rusa imponen la necesidad de cambios radicales en materia de política exterior, escribe el diario ruso Vedomosti en su editorial de hoy.
Algunas evidencias apuntan a que Rusia abandona su arrogancia de gran potencia y el aislacionismo del período de las vacas gordas y aspira a una cooperación cabal con Occidente.
Políticos rusos ya procuran, al parecer, una relación de mayor confianza con Europa, con posibilidad de integración a largo plazo. El reciente deshielo entre Moscú y Varsovia, por ejemplo, no es atribuible únicamente a las simpatías recíprocas de los respectivos jefes de Gobierno, ni tampoco a la catástrofe del avión del presidente polaco cerca de Smolensk. Ha cambiado también el tono mismo de discursos y textos diplomáticos.
La participación de militares de la OTAN en el reciente desfile del Día de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú, y el hecho de que ese acto conmemorativo concluyó con la Oda a la Alegría - el Himno de Europa - son símbolos que corroboran dicha tendencia.
Se introducen correctivos sustanciales en la táctica de política exterior. Las tranquilizantes declaraciones sobre "un islote de estabilidad" ceden el terreno a la comprensión de que "el fomento de una relación de interdependencia con las principales potenciales globales y regionales, incluida la creación de alianzas modernizadoras con los socios más importantes en Europa Occidental y con la Unión Europea en su conjunto" ayudará a Rusia a superar la crisis.
El canciller ruso Serguei Lavrov resaltó hace poco que Rusia "es parte inalienable de Europa", construye la política exterior a partir de una "filosofía de cooperación" y, sin enfrentarse a Occidente, esperará, si es necesario, "a que procesos naturales sienten las condiciones para la convergencia al nivel de evaluaciones y política práctica".
Este cambio obedece a dos razones. Hoy en día, Europa y EEUU consideran en mayor grado los intereses de Rusia en el espacio postsoviético. El Kremlin, por su parte, se ha dado cuenta de que será imposible modernizar la economía rusa por cuenta propia. Se requiere confianza política para atraer inversiones y tecnologías occidentales.
La convergencia con la UE, mencionada por Lavrov, podría acelerar en Rusia la creación de institutos europeos, tales como supremacía de la ley, independencia del poder judicial e intangibilidad de la propiedad privada.
Sin embargo, una parte del estamento ruso interpreta la futura apuesta europea exclusivamente como libre acceso a tecnologías y créditos occidentales, posibilidad de viajar por Europa sin visados, comprar inmuebles allí y mantener altos estándares de consumo. No es descartable que Moscú trate de aprovechar inversiones y tecnologías occidentales para conservar el actual sistema de clanes, corrupción y acceso selectivo a recursos.
