Los representantes del bando democrático son los únicos que protestan hoy contra los síntomas autoritarios en la cúpula del Kremlin y alientan la esperanza de que la Operación Sucesor, organizada para reemplazar a Putin en la presidencia de Rusia, termine en un fracaso sonado, constata Vladislav Inozemtsev, director del Centro ruso de estudios sobre la sociedad postindustrial.
Paradójicamente, las expectativas de la oposición rusa deberían cifrarse justamente en un tercer mandato de Putin porque es lo único que ayudaría a los electores a vincular los posibles problemas con su verdadero culpable.
A juzgar por las tendencias que se vislumbran en el terreno económico y social, a Rusia la esperan pruebas difíciles después de 2008. La relación exportaciones/importaciones va cambiando rápidamente y la balanza comercial, incluso si se mantiene una coyuntura relativamente favorable, podría arrojar un saldo negativo en el período de 2009-2010. Tampoco se desacelera el incremento de los gastos públicos, de modo que el actual precio del crudo, US$75 por barril, podría resultar insuficiente para alimentar al funcionariado. En tres o cuatro años se habrá puesto de relieve la circunstancia de que los ambiciosos ‘proyectos nacionales' y demás iniciativas costosas son, en el fondo, una campaña de propaganda que no se traduce en mejoras para las mayorías populares. Por último, la continuación de la actual política exterior contribuirá a acentuar el pulso con EE.UU. y Europa, mientras que la alianza con China resultará tener perspectivas infinitamente menos alentadoras en comparación con lo que se intenta presentar a día de hoy.
Todo ello será consecuencia directa de la línea aplicada por el actual presidente pero es muy probable que la responsabilidad se achaque a un kamikaze político escogido de entre los candidatos a la sucesión. En 2012, este último sería reemplazado nuevamente por Putin, el salvador de la nación. Difícilmente podríamos imaginarnos algo que despistara más a la ciudadanía, por lo cual la preservación de plenos poderes en manos del actual mandatario será para los demócratas rusos mucho más conveniente que la opción de sustituir a Putin con alguno de los altos funcionarios del Kremlin.
Lo único que podía resaltar la incapacidad y el carácter destructivo del rumbo político y económico aplicado hasta la fecha es la elección, para el período de 2008-2012, de una persona totalmente responsable por esta línea. De lo contrario, habrá menos oportunidades para corregir el rumbo y tendremos que olvidar por muchos años lo de la democracia en la nueva Rusia.
