Las elecciones legislativas en EEUU afectarán las relaciones entre Washington y Moscú

© RIA Novosti . Mijail Fomichev / Acceder al contenido multimediaBanderas de EEUU
Banderas de EEUU - Sputnik Mundo
Síguenos en
El próximo 2 de noviembre se celebrarán elecciones legislativas en Estados Unidos para la elección de los 435 escaños de la Cámara de Representantes y una tercera parte (37 escaños) del Senado.

El próximo 2 de noviembre se celebrarán elecciones legislativas en Estados Unidos para la elección de los 435 escaños de la Cámara de Representantes y una tercera parte (37 escaños) del Senado.

Actualmente, los demócratas disponen de la mayoría de escaños en ambas cámaras, pero los problemas económicos y el alto nivel de desempleo en EEUU (un 10%) seguramente conllevarán  a la victoria del Partido Republicano en los próximos comicios.

Según varios expertos estadounidenses, los demócratas inevitablemente perderán su mayoría en la cámara baja y algunos escaños en el Senado. ¿Cómo influirán los resultados de estas elecciones al desarrollo las de relaciones ruso-estadounidenses y en particular su “reinicio”?

Terminada la Guerra Fría a principios de los 1990, cuando la confrontación global quedó en el pasado, Moscú aspiró a tener relaciones equitativas con Washington, sobre todo después de retirar sus tropas de Europa, reconocer reunificación de las dos Alemanias, retirar su apoyo a ciertos países que preocupaban a EEUU, y empezar el proceso de democratización del país.

Sin embargo, estos cambios fueron evaluados en EEUU como el resultado de la victoria sobre la Unión Soviética, el “imperio del mal”, que impedía a la propagación de valores estadounidenses en el resto del mundo.

Por consiguiente, la Casa Blanca decidió que los asuntos internacionales cruciales se podían resolver sin Rusia, que en aquella época, afrontaba una crisis económica profunda, inestabilidad política y un agudo debilitamiento militar.

Esta situación se conservó hasta el septiembre de 2001, cuando EEUU inesperadamente sufrió la mayor ofensiva terrorista de su historia. Moscú dio su visto bueno al despliegue de las bases militares de la OTAN en Asia Central, a pesar de la fuerte oleada de ánimos antiestadounidenses en Rusia, surgidos a consecuencia de la operación militar de la OTAN contra Yugoslavia en 1999, que se emprendió sin la debida autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.
EEUU pudo aprovechar esa oportunidad para establecer relaciones constructivas con Rusia, pero no lo hizo.

Tan sólo el conflicto armado que se produjo entre Rusia y Georgia en agosto de 2008 volvió a llamar la atención del Occidente hacia Rusia. Estos acontecimientos trágicos no sólo pusieron a Moscú y Washington al borde de una nueva “guerra fría” sino también politizó a la sociedad estadounidense con respecto a Rusia por primera vez desde las finales de los 1980.

El conflicto ruso-georgiano coincidió con la campaña electoral presidencial en EEUU. La primera reacción manifestada por el senador Barack Obama puso en evidencia que su postura respecto a los acontecimientos internacionales era absolutamente diferente de la de sus predecesores.

“Condeno enérgicamente la exaltación de violencia en Georgia e instó a las partes a que terminen de inmediato el conflicto armado. Ahora es el momento para Georgia y Rusia de mantener la compostura y de evitar una escalada hacia una guerra”, afirmó Obama.

Esta declaración aunque fue apoyada por la administración republicana del presidente George W. Bush, suscitó críticas violentas.
Otro candidato al silón presidencial, el republicano John McCain, se aprovechó de la situación y exigió a Rusia que se retirara de inmediato de Georgia. Por consiguiente, su nivel de aceptación entre el electorado estadounidense aumentó.

En otoño de 2008, en los debate públicos entre los candidatos a la presidencia, McCain mencionó el tema ruso con más frecuencia que la guerra en Iraq o Afganistán, como constató Samuel Charap, analista estadounidense del del Centro para el Progreso Americano.

McCain acusó a Obama de credulidad, falta de experiencia y falsedad de declaraciones, ante todo, en lo que se trataba del conflicto militar ruso-georgiano. Muchos estadounidenses estuvieron de acuerdo. Según sondeos de opinión pública de aquella época, un 55% del electorado consideraron que McCain estaba preparado para sostener un diálogo firma con el gobierno ruso y sólo un 27% se pronunció solidario con Obama en este punto.

Teniendo en cuenta que Obama se encuentra en estos momentos en la Casa Blanca, no tiene sentido afirmar que cometió un grave error en agosto de 2008. Obama tuvo una reacción similar respecto al conflicto palestino-israelí sin ponerse del lado de Israel, el único aliado de EEUU en el Oriente Medio. Es más, Obama al poner en marcha su nueva estrategia, las relaciones entre Washington y Tel Aviv no se puede decir que son como antes.

Pasados dos años, el asunto georgiano sigue siendo actual en las relaciones ruso-estadounidenses. Los republicanos acusan a Rusia en quebrantar la integridad territorial de Georgia con el fin de establecer su dominio en el Caucaso del Sur en contra de los intereses de EEUU.

Asimismo insisten en que la política de “reinicio” de relaciones ruso-estadounidenses aplicada por la administración Obama contribuye al estancamiento de relaciones entre Washington y sus socios de Europa Central, como Georgia y Ucrania, aunque en realidad, no es así.
 Pero los demócratas deben resistir continuamente en condiciones de lucha interna en materia de las relaciones con Rusia.

Según varios expertos estadounidenses, el conflicto armado entre Moscú y Tbilisi tendrá las consecuencias negativas a largo plazo. EEUU sigue con su postura crítica hacia la independencia de Osetia del Sur y Abjasia y apoya la integridad territorial de Georgia, proponiendo a Rusia poner fin a la política de ocupación de Georgia, retirar sus tropas de Abjasia y Osetia del Sur y aceptar a los observadores de la UE.

Washington cree que Moscú frena las negociaciones ruso-georgianas sobre Abjasia y Osetia del Sur celebradas en Ginebra, lo que representa una amenaza para el gobierno de Saakashvili elegido democráticamente y hace posible la repetición del conflicto armado.

A juzgar por todo, el tema georgiano es de importancia primordial para cualquier administración estadounidense, tanto la republicana como la demócrata.
En el informe del Departamento de Estado de EEUU sobre el cumplimiento de acuerdos y tratados de control de armas, la no proliferación y el desarme publicado en pasado julio se afirma que la presencia de las fuerzas rusas en Georgia evidencia sobre el incumplimiento por Rusia de los compromisos relativos al Tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (TFACE).

Los autores del informe no tienen en cuenta Osetia del Sur y Abjasia en cuyo territorio están emplazadas, con su consentimiento, las bases militares rusas no son ni partes integrantes de Georgia ni Estados partes del TFACE.

La situación habría podido ser otra si Obama cambia de opinión en sus valoraciones del conflicto ruso-georgiano. Pero el presidente de EEUU no tiene otra opción en vista de la citada politización de la sociedad estadounidense. Por consiguiente, este problema seguirá frenando el desarrollo de las relaciones entre Moscú y Washington.

Es evidente que el gabinete de Obama seguirá aplicando la política de “reinicio” de relaciones ruso-estadounidenses, independientemente de los resultados de elecciones intermedias para el Congreso.

La causa principal de esto es que Rusia es el único país cuyo arsenal nuclear es comparable con el de EEUU y en caso de un ataque hipotético el sistema estadounidense de defensa antimisiles no será capaz de contenerlo ni siquiera a medio plazo, a pesar del actual proceso de desarme.

Además, Moscú es un socio importante de Washington sin el que sería muy difícil solucionar los problemas relacionados con Afganistán e Irán. Y EEUU lo entiende perfectamente.

Por otro lado, durante los próximos dos años, la administración  Obama podrá dedicar una atención especial a la política exterior porque en el ámbito social y económico sólo tendrá que llevar a cabo las reformas ya aprobadas por el Congreso.

En la situación cuando la sociedad estadounidense se ha politizado y Rusia ha logrado elevar su prestigio internacional, los intereses de Moscú y Washington se cruzarán inevitablemente, ante todo en el Cáucaso y el Oriente Medio. Esto no parará el proceso de “reinicio” pero si puede ralentizarlo.

*Vladímir Yevséev es director del Centro de Estudios Políticos de Rusia

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

Lo último
0
Para participar en la conversación,
inicie sesión o regístrese.
loader
Chats
Заголовок открываемого материала