El Consejo de Europa debate la integración social de los gitanos

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El pasado 20 de octubre, en la sede del Consejo de Europa (Estrasburgo, Francia) se celebró la primera reunión paneuropea de alto nivel sobre los problemas de la integración social de los gitanos.

El pasado 20 de octubre, en la sede del Consejo de Europa (Estrasburgo, Francia) se celebró la primera reunión paneuropea de alto nivel sobre los problemas de la integración social de los gitanos.

A diferencia de los gitanos, que son ajenos a todo tipo de actividad organizada, Europa, alterada por los disturbios de las reformas de las pensiones en Francia, esta vez evitó el desorden. Eso sí, los mismos gitanos apenas participaron en estas reuniones.

Es la primera vez desde 1970 la celebración del Congreso Mundial de los Gitanos en Londres, que Europa considera el asunto gitano de manera tan detenida. El promotor de todo esto ha sido el máximo dignatario francés, Nicolás Sarcozy, al expulsar a los gitanos ilegales de Francia en julio pasado y provocar con ello un intenso debate acerca de los problemas sociales, migratorios, raciales y religiosos dentro de la Unión Europea (UE). La cosa llegó a tal punto que el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial se vio obligado a debatir el problema.En la reunión del Consejo de Europa también se llegó a analizar la cuestión gitana.

Entre las tareas principales de esta última institución esta la de velar por derechos del hombre. Los ideólogos de la integración europea en la época de post-guerra, constituyeron el Consejo de Europa el 5 de mayo de 1949 como un instituto europeo para la solución de todos los problemas de Europa, como un foro para elaborar una política común y establecer los estándares de comportamiento, las normas de derecho, las consultas de política exterior y de economía, un foro que necesitaba la Europa de aquel entonces. Pero la Guerra Fría enterró aquellas ideas: Europa quedó escindida en dos. La aparición de un mercado común privó al Consejo de Europa de casi todas sus funciones principales. La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa elabora las normas de comportamiento y todo lo referente a los derechos humanos aplicables para Europa en general y de uso recomendable en todas partes del mundo.

El Consejo de Europa, que cuenta hoy con 47 miembros (Rusia entró en 1996), es un órgano meramente consultivo, sus resoluciones no tienen carácter vinculante. Los gobiernos pueden cumplirlas o no. Queda a su libre albedrío.

El Consejo, junto con la Asamblea, es una sinecura para los funcionarios: Estrasburgo, que se encuentra cerca de la frontera con Alemania, representa una maravillosa mezcla de todo lo mejor de la gastronomía, la arquitectura, las costumbres y tradiciones francesas y alemanes. Debatir es un placer  en estas condiciones.

En realidad, la disputa entre los gitanos y Francia ya había sido regulada en vísperas de la reunión. La UE declaró que retiraba las acusaciones de discriminación de los gitanos contra el gobierno de Sarkozy, mientras que éste se comprometía a integrar en su legislación ciertas provisiones para proteger a las minorías nacionales (como la notificación de repatriación con la antelación de un mes y la posibilidad de evitar la expulsión).

La integración de los gitanos y cómo ayudarles en este proceso fue el tema estrella de las conversaciones. Pero aquí hay un detalle curioso.

No existen datos sobre el número exacto de los componentes de este pueblo nómada. Según diversas estadísticas, en el mundo hay de 8 a 16 millones de gitanos, y en Europa,  de 4 a 12 millones. Con estas cifras tan dispersas es muy difícil trazar planes exactos de integración y calcular los recursos necesarios para su “futura inserción social”.

Se estima que la comunidad gitana más grande en Europa se encuentra en España (650 mil personas), le siguen Rumania (535 mil), Turquía (500 mil), Francia (500 mil), Bulgaria (371 mil), Hungría (205 mil) y Grecia (200 mil). El octavo lugar lo ocuparía, según el censo de población de 2002, Rusia (182, 8 mil).

Al mismo tiempo, si se compara el porcentaje de la población gitana con la autóctona, el país “más gitano” sería Bulgaria (los gitanos representan un 4,67%), seguido por Macedonia (2,85% o 54 mil gitanos) y Rumania (2,46%).
El número de gitanos en el Nuevo Mundo sería un poco menor que en el Viejo. En Brasil, por ejemplo, serían más de 678 mil personas y en Argentina, más de 300 mil.

Un dato curioso lo aporta la guía de bolsillo The Handbook of Texas. Este folleto sostiene que ningún país supera el récord norteamericano en número de habitantes de raza gitana. Sin embargo, esta información no debería pasar del terreno de lo anecdótico, ya que, incluso en los propios EEUU, todo lo que viene de Texas se suele poner en duda. En cualquier caso, según esta publicación, en Texas viven 20 mil gitanos, y en todo el territorio nacional, casi un millón. Al mismo tiempo, se reconoce que algunos gitanos ocultan su verdadera nacionalidad, haciéndose pasar por indios americanos, Hispanics u oriundos de Europa Meridional.

A propósito, los representantes de los gitanos expulsados de Francia han anunciado que volverán al país galo pronto.

Parece un círculo vicioso. La tribu nómada deambula por el mundo buscando un lugar mejor y no se  sabe siquiera cuántos son. Mientras, en Estrasburgo están discutiendo cómo ayudarles a integrarse. Parece difícil ponerle anclas al viento.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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