La Pompeya de Berlusconi y las barricadas culturales de Sarkozy

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Por lo que parece, no solamente Moscú fue víctima de sus antiguos dirigentes.

Por lo que parece, no solamente Moscú fue víctima de sus antiguos dirigentes.

Así como de una época de olvido y abandono que afectó gravemente a su arquitectura, escultura, a su planificación urbana y a su legado histórico-artístico. Sirve de consuelo egoísta el ver cómo en Europa también ocurren estas cosas. Auténticos trozos están siendo desgajados impunemente de la herencia cultural de la humanidad ante la mirada impávida de los gobiernos.

Estamos hablando de Italia y Francia, países donde la herencia de los antepasados ha sido elevada a la categoría de culto y su cuidado y respeto se lleva en los genes. En esta refriega cultural se han visto envueltos dos de los enfants terribles de la política europea y mundial: el presidente francés, Nicolás Sarkozy y Silvio Berlusconi, el primer ministro de Italia. 
 

A Sarkozy se le ha venido encima todo el Archivo Nacional

El motín cultural que se ha levantado contra Nicolás Sarkozy no ha sido excesivamente difundido por los medios de comunicación. El presidente galo ha estado ocupado en otros asuntos como imponer sus iniciativas a las de la izquierda francesa. Esta semana ha entrado en vigor la Ley De la reforma de la edad de jubilación, que ha tenido a Francia en pie de guerra durante todo el verano y el otoño.

Ahora, frente al edificio del Archivo Nacional de Francia, a Le Sarko le  han surgido nuevas barricadas, auténticas, sólo que no de piedras, sino cajas de libros y documentos. El personal del Archivo ha decidido oponerse de esta forma a la intención del presidente de emplear la mayor parte del edificio para usos del Museo Nacional de Historia e Identidad Nacional. Los bultos, las entradas taponadas son, como comentó uno de los amotinados, “para no dejar pasar al invasor”. “Ningún historiador aceptará que la historia se utilice como arma de ideología política que justifique los estrechos y exclusivos postulados de cualquier nacionalismo”, apuntó el conocido profesor de Historia de la Sorbona, Nicolás Offenstadt.

Lo cierto es que las críticas de las personas que se encargan de guardar y conservar los documentos históricos, con el incalculable valor y responsabilidad que tiene su profesión, conlleva un mayor peso moral para el presidente francés que todos los ataques de la oposición. Los responsables de la memoria nacional acusan a Nicolás Sarkozy de no respetar a Francia y a su herencia histórica.

¡Usted es un nacionalista, Monsieur!  

En realidad, Sarkozy lo hace todo a su imagen y semejanza. Ahora se le ha ocurrido fundar un museo donde se vean reflejadas en orden cronológico las grandes personalidades de la historia de Francia. En teoría, esta especie de panteón debe ampliarse con regularidad y, claro está, uno de los candidatos podría ser él mismo, el hijo de un inmigrante húngaro, el 23º presidente de la República Francesa, el 6º presidente de la Quinta República, Príncipe de Andorra (por cargo) y Gran Maestre de la Orden de la Legión de Honor. Da vértigo, la sola mención de esta retahíla de títulos y cargos ya es suficiente como para sufrir de megalomanía. Según Sarkozy, la idea del museo se centra en “fortalecer la identidad nacional”. Por lo visto, sin su presidente los galos no pueden encontrar el norte.

Finalmente, la realización de este plan ha sido encargada al Ministerio de la Inmigración y la Identidad Nacional. Lo cierto es que todo esto parece haber salido de una novela de George Orwell.

Y la cosa no se ha quedado sólo en las barricadas. Nueve conocidos historiadores franceses también han publicado en las páginas del rotativo parisino Le Monde una carta abierta en la que califican el proyecto presidencial de no ser más que una manifestación de nacionalismo trasnochado. Y el hecho de que el museo quiera ser ubicado en uno de los más bellos palacios de Paris, resulta ser una clara alusión a que la historia la hicieron los dirigentes y no la gente sencilla.  

En cualquier caso, el edificio en cuestión es el Palais de Soubisse (Hotel de Soubisse). En este lugar, Sarkozy planea empezar las obras de su museo ya a comienzos del 2011 y terminarlas en el 2012, justo para celebrar lo que él piensa será su reelección al sillón presidencial. El Archivo Nacional deberá plegarse a su presidente y desalojar gran parte de la documentación a otro lugar.

En cualquier caso, hay que hacer hincapié en que Sarkozy no es pionero en dejar un museo como recuerdo de su mandato. Esto se ha convertido en casi una tradición desde los tiempos de Georges Pompidou. La gran diferencia es que los anteriores presidentes se ciñeron a la esfera de la cultura, mientras Sarkozy quiere incluir su nombre en el panteón de los grandes de Francia. Georges Pompidou dejó el Centro Pompidou, museo de arte moderno, criticado en un principio por su estética industrial y ajena al entorno, mientras que ahora es uno de los museos más visitados de todo París. Valery Giscard D’Estany promocionó la creación del museo D’Orsay, a partir de la estación de ferrocarril del mismo nombre. François Miterrand “colocó” la conocida pirámide de cristal en el centro del Louvre, la pirámide del faraón François. Finalmente, Jacques Chirac le dio a Paris su Museo de Arte Etnográfico en el muelle de Branly.

Cabe decir que los franceses nunca han considerado a Nicolás Sarkozy una persona muy aficionada a los asuntos culturales. Desde luego, después de esto, se van a reafirmar en su opinión. Pero es que, además, con esta jugada el presidente también se ha echado encima a los historiadores. 
 
Y a Berlusconi se le derrumba Pompeya

Al otro de los grandes megalómanos de la política europea, el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi le han surgido problemas en casa con sus tesoros histórico-artísticos, aunque en esta ocasión, sin su participación activa y directa. En Pompeya, debido a las últimas fuertes lluvias, a la carencia crónica de un presupuesto suficiente para la conservación del patrimonio y a la dejadez típica napolitana, se ha venido abajo la conocida  Schola Armaturarum Juventus Pompeiani (La escuela de Gladiadores de Pompeya). Un monumento que sobrevivió a la erupción del Vesuvio del año 79, a unas excavaciones arqueológicas salvajes de 1920 que casi la destruyen, a los bombardeos de las tropas aliadas en 1943 y a una restauración en 1950. El 7 de noviembre de 2010 se derrumbó.

Los italianos, gente emocional e impulsiva, no se molestaron en investigar las causas y no ahorraron en improperios. El ex líder de la oposición democrática, Walter Veltroni, declaró que el culpable de todo es Silvio Berlusconi, que además de ser mal jefe del Ejecutivo y mal gestor, muestra desprecio por la cultura de su país. El presidente italiano, Giorgio Napolitano, calificó esta nueva tragedia pompeyana de “una vergüenza para toda Italia”. Por su parte, el principal periódico del país, La Repubblica, etiquetó los montones de piedras de la antigua escuela de gladiadores de “escándalo mundial”.

Silvio Berlusconi deberá responder, por lo visto, incluso por la destrucción de Pompeya.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

 

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