Rusia tiene una posición sólida en el mercado mundial de armamento

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El 4 de noviembre de 2000, el Presidente de Rusia creó por decreto el Consorcio estatal “Rosoboronexport”, sucesor de los consorcios estatales “Rosvooruzhenie” y “Promeksport” dedicados a todas las actividades relacionadas con las exportaciones de armamento de fabricación rusa.

El 4 de noviembre de 2000, el Presidente de Rusia creó por decreto el Consorcio estatal “Rosoboronexport”,  sucesor de los consorcios estatales “Rosvooruzhenie” y “Promeksport” dedicados a todas las actividades relacionadas con las exportaciones de armamento de fabricación rusa.

 En la actualidad, “Rosoboronexport” gestiona el 85% de las exportaciones de armas rusas, quedando el resto a las empresas autorizadas para realizar actividades autónomas en el mercado mundial.

En los últimos 10 años, las exportaciones rusas han crecido de manera significativa de 3.700 millones de dólares en 2000,  a 5.800 millones en 2004, rubro que subió a 7.500 millones en 2007 y que según estimaciones, puede llegar a los 10.000 millones en 2010.

Rusia ocupa el segundo lugar por las exportaciones de equipo militar y armamento, por detrás sólo de Estados Unidos. Para principios de 2010 el total de los encargos realizados a la industria militar rusa a 34.000 millones de dólares. Se observa, pues, una clara tendencia ascendente en la presencia de nuestro país en el mercado internacional de armamento.

La industria militar quedó sepultada bajo los escombros de la URSS

Después de la desintegración de la Unión Soviética, las empresas dedicadas a la exportación de armamento ruso atravesaron un momento crítico. Hasta 1991, el país suministraba a sus clientes unos volúmenes impresionantes de armas, llegando a superar su monto total los 20.000 millones de dólares anuales (si tenemos en cuenta el coste real del producto).

Sin embargo,  los ingresos reales eran inferiores porque la mayor parte del armamento se vendía con prórroga de pago y a veces se entregaba a cuenta perdida a los países y organizaciones aliadas.

 En 1991, dicho sistema de exportaciones se vino abajo, por lo que el complejo militar industrial se tuvo que enfrentar a la necesidad de crear un nuevo sistema en medio del colapso económico e industrial que afectó en primer lugar al sector de altas tecnologías.

En aquel momento, las ventas a la India y a China fueron una verdadera salvación para el complejo militar industrial de Rusia. La India, antiguo cliente de la URSS y uno de los pocos que pagaba las armas en dinero contante y sonante, siguió comprando, aplicando el principio de diversificación: el armamento y el equipo militar se encargaba a diferentes fabricantes, sobre todo de Europa Occidental y la Unión Soviética.

China, por su parte, tras deteriorar sus relaciones con Occidente a finales de la década de los años 80 se vio ante la necesidad de adquirir armamento moderno para superar el abismo de sus Fuerzas Armadas y la de los países desarrollados, así como compensar el atraso de su  industria militar.

En este sentido, no es sorprendente que el mayor interés para los chinos lo despertaran los aviones militares y los modernos sistemas de defensa antiaérea, creados por los diseñadores rusos en base a la experiencia de varias décadas de confrontación con las potencias occidentales.

En el segmento de aviación, la mayor parte de las ventas correspondió a los aparatos  diseñados en el buró Sukhoi. Los cazas Su-27 y los modelos desarrollados a partir de él se vendían en cantidades impresionantes: cada año se construyeron hasta 50 aviones destinados a las exportaciones.
En cierta medida, el éxito de estos aviones se debió al talento empresarial de la dirección de la empresa y, así, el avance de la oficina de diseño Sukhoi se hizo todavía más patente en comparación con el lamentable estado de otros fabricantes de aviones del país.
De hecho, los cazas “Sukhoi” se convirtieron en los aviones más conocidos fuera de Rusia, sustituyendo a los “MiG”, líderes indiscutibles durante la época soviética.
 
  Diversificación de los mercados
 
A finales de los 90, China y la India eran el destino de hasta el 80% de las exportaciones rusas de armamento. Semejante situación permitió a que ciertas publicaciones de prensa pusieran en duda la capacidad de la producción rusa para competir en otros mercados y vaticinaran una próxima y drástica reducción de las ventas de armamento ruso y de los ingresos derivados de esta, en cuanto los mercados de la India y de China se vieran saturados.

Sin embargo, precisamente a partir de la década de los años 2000 las exportaciones del sector de armamento ruso empezaron a crecer notablemente  hasta  los 10.000 millones de dólares anuales. Se firmaron importantes contratos con Vietnam, Malasia e Indonesia, tras lo cual se empezó a trabajar con Argelia y Venezuela. Como resultado, en la actualidad el 90% de las exportaciones del sector de armamento ruso recae en 10 clientes principales que son, en primer lugar, países del Sudeste Asiático y de Oriente Próximo. El restante 10% se distribuye entre otros 60 países, que hacen pequeños encargos de armamento más barato.
 
Cambios en la geografía de las ventas de armas


El armamento y las tecnologías rusas resultaron ser bastante competitivos en comparación con la producción de los países occidentales, cosa que se vio confirmada con la entrada en mercados tradicionalmente dominados por fabricantes occidentales, como Kuwait, EAU, Malasia, Grecia, Corea del Sur, etc.

Semejantes avances cambiaron la imagen de Rusia, que tradicionalmente se había limitado a una línea “antioccidental”, es decir, vendiendo únicamente a aquellos países con los que los países occidentales no querían tener nada que ver u ofreciendo armas mucho más baratas.

 Más aun, la ventaja competitiva que proporcionaban unos precios más bajos con el tiempo se fue diluyendo, hasta el punto de que hoy en día la producción de origen ruso se puede considerar equiparada en lo que a su precios se refiere con los aparatos de fabricación estadounidense de la generación análoga y de características técnicas parecidas.

Sólo el armamento fabricado en los países de Europa Occidental sigue siendo a día de hoy más costoso que el ruso y el precio es el único factor que limita sus exportaciones.

Así, las últimas versiones de los aviones Su-30 pueden costar entre 60 y 70 millones de dólares por unidad, lo que más o menos equivale al precio de los últimos modelos de los cazas F-15 y F/A-18 y es entre 15 y 20 millones de dólares más barato que el caza europeo “Eurofighter Typhoon”, cuyas características técnicas no llegan a la altura de los modelos ruso y estadounidense.

En términos generales, Rusia ha cambiado por completo el modelo de sus ventas de armas: las exportaciones de armamento han dejado de ser un factor de mantenimiento del equilibrio político y militar en los países del Tercer Mundo para convertirse en un negocio, donde la ventaja se consigue ofreciendo los modelos más desarrollados.

El cliente no compra simplemente “un trozo de hierro”, sino un aparato con una vida útil de entre 20 y 30 años, durante los cuales se prestan los servicios de mantenimiento y de modernización para conservar su capacidad de combate. Los fabricantes occidentales adoptaron este sistema en los años 70 y paulatinamente se ha adoptado Rusia.
 

Perspectivas de desarrollo del sector

Hablando de la estructura de las exportaciones del sector de armamento de Rusia, hay que destacar el papel dominante de los aviones, que suponen el 40 % del volumen total. Un porcentaje parecido corresponde a los sistemas de defensa antiaérea y el resto se distribuye entre equipos para Infantería y para la Marina de Guerra.

Lo más probable es que, en el fututo, se mantenga dicha correlación, disminuyendo las exportaciones de equipo para Infantería a medida que vayan quedando obsoletos los carros blindados ofrecidos por Rusia en el mercado, debido a la falta de nuevos diseños.

Los segmentos del equipamiento para la Fuerza Aérea y los sistemas de defensa antiaérea, por el contrario, ofrecen posibilidades de desarrollo: la oficina de diseño Sukhoi sigue desarrollando el aparato T-10 (Su-27) y está probando un modelo de caza esencialmente nuevo, el T-50, que será presentado en el mercado internacional a finales de la década de 2010.

 La empresa “Almaz-Antei” presentará próximamente en el mercado el modernísimo complejo  de defensa antiaérea S-400 y una serie de otros sistemas de última generación. Será renovada también la gama de unidades navales, al empezar Rusia una construcción en serie de buques de última generación.

Todos los factores arriba expuestos, junto con la situación general en el mercado de armamento y con el reconocido prestigio de las armas rusas, permiten suponer que en los próximos 10-20 años Rusia, como mínimo, mantendrá su posición actual.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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