El periodismo en Rusia en el filo de la navaja

© Foto : Maxim AvdeevEl periodista ruso Oleg Kashin
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El brutal atentado contra el periodista Oleg Kashin provocó una reacción de solidaridad sin precedentes entre sus compañeros de profesión en Rusia.

El brutal atentado contra el periodista Oleg Kashin provocó una reacción de solidaridad sin precedentes entre sus compañeros de profesión en Rusia.

Semejante unanimidad periodística no se veía desde agosto de 1991, cuando las redacciones de varios diarios se solidarizaron con el diario “Obshaya Gazeta” para hacer frente a los golpistas y denunciar sus intentos de limitar la libertad de prensa. Sin embargo, incluso en aquel momento hubo desertores, como, por ejemplo, el periódico “Pravda”.

 Pero en esta ocasión, los periodistas de los medios oficiales asumieron la misma postura que la prensa de la oposición más radical: todos coinciden en que los organizadores y ejecutores de este delito deben ser descubiertos y castigados.

Al margen de la filiación política,  los motivos de esta solidaridad al parecer radica en que Kashin no solía adoptar puntos de vista radicales ni trataba temas de terrorismo ni crimen organizado, no llevaba a cabo ningún tipo de investigaciones ni se especializaba en la defensa de los derechos humanos.
 Era un reportero, un entrevistador. Su trabajo consistía en venir, mirar narrar lo observado, hacer preguntas y conceder la palabra. Tenía también un blog, pero servía sólo para expresar su opinión respecto a diferentes asuntos.

Al parecer, hacía trabajo inofensivo y tenía una postura lejana a cualquier confrontación. Y, no obstante, ello no impidió que se convirtiera en la víctima de un delito abyecto. Y esto quiere decir que el país vive una situación en la que en lugar de Kashin, podría verse cualquier periodista, independientemente de su pertenencia política.

Como resultado, sus compañeros son solidarios, dejando aparte las antiguas rencillas vinculadas con sus puntos de vista radicalmente opuestos.
Esta explosión de solidaridad profesional se ha plasmado en unas encendidas y espontáneas protestas, en las que buenos amigos de Oleg junto con sus compañeros de trabajo y gente desconocida permanecían enfrente de la sede de la Dirección General de ministerio del Interior con pancartas que decían: “Frente al ataque al periodista Oleg Kashin, exijo que sean encontrados los responsables de encargar y ejecutar este delito”.

Esta primera reacción tan emocional es fácil de entender y, sin embargo, no puede durar mucho tiempo. Además, según cuentan los periodistas citados a comparecer ante la Dirección General del Interior como testigos, estas protestas no hacen sino ofender a los agentes encargados de la instrucción del caso de Kashin.
 Es como si delante del hospital, donde hubiera sido ingresado fulano para una complicada intervención, se plantaran sus compañeros de trabajo con pancartas del tipo: “Exigimos que fulano sea tratado hasta que se recupere”.

La solidaridad periodística debería haber desembocado en algo más constructivo y útil. Los redactores jefe de varios periódicos celebraron el pasado 9 de noviembre en la sede de la Agencia Rusa de Información “Novosti” una mesa redonda, titulada “”Atentado contra Oleg Kashin: reacción de la comunidad profesional. Y, en vez de dar consejos a los encargados de la instrucción del caso, los participantes de la discusión se dedicaron a elaborar medidas de prevención de semejantes delitos.

Se habló, por ejemplo, de introducir enmiendas al Código Penal para que esté previsto un castigo más severo para los delitos cometidos contra los periodistas, igual que pasa con los funcionarios públicos y los policías. Sin embargo, esta propuesta tiene cierta parte de idealismo, porque, según comentó el redactor en jefe de periódico “Moskovskie Novosti”, Vladimir Gurevich, los delitos contra los periodistas son los más difíciles de investigar, por lo tanto, no tiene sentido introducir una pena más severa, si normalmente no se consigue encontrar a los culpables.

La pregunta es, ¿por qué son tan difíciles de llevar a cabo estas investigaciones? El redactor en jefe del la revista “Expert” y miembro del Consejo Social de Rusia, Valeri Fadeev, cree ello ocurre por la simple razón de que “los periodistas carecemos de importancia a los ojos de los agentes encargados de la investigación del caso. No somos importantes y nadie nos hace caso”, se quejó. Ninguno de sus compañeros protestó.

El Presidente de la Unión de Periodistas de Rusia, Vsevolod Bogdanov, se mostró todavía más pesimista, señalando que en los últimos 20 años, en Rusia  han sido asesinados un total de 300 periodistas, sin que se aclararan las circunstancias de la mayoría de estos crímenes.

 Y eso que la mencionada cifra no incluye los delitos contra la integridad física (palizas y demás). Este caso, pues, ha suscitado una intensa reacción incluso de los miembros más contenidos de la comunidad periodística y surgen iniciativas de llevar a cabo investigaciones paralelas, encargándolas a las comisiones sociales existentes en la estructura de los organismos de orden público.

Lo más probable es que estas “iniciativas de aficionados” no den ningún resultado positivo, aunque nadie puede impedir que los periodistas de ciertos medios realicen su propia investigación, siempre que cumplan con la legalidad. Sin embargo, sería mejor que dejaran trabajar a los profesionales. Sobre todo porque el caso de Oleg Kashin, sí que “es un asunto importante”.
 
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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