Cumbre Rusia-OTAN definió la estrategia en Afganistán y sentó la base para la seguridad de Europa

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La cumbre Rusia-OTAN celebrada el pasado 20 de noviembre en Lisboa concluyó con tres resultados clave en el ámbito militar:

La cumbre Rusia-OTAN celebrada el pasado 20 de noviembre en Lisboa concluyó con tres resultados clave en el ámbito militar:
1)    La OTAN y Rusia intensificarán su cooperación en Afganistán;
2)    La OTAN y Rusia estudiarán la posibilidad de crear un sistema de defensa antimisiles conjunto en Europa.
3)    La OTAN y Rusia renuncian amenazar o hacer el uso de la fuerza recíprocamente,  lo que hace posible establecer un sistema de seguridad colectiva en Europa.

Afganistán. Interés recíproco en materia de cooperación

Las soluciones para Afganistán incluyen simplificar para la OTAN el tránsito de cargamentos por el territorio ruso desde Afganistán y acciones conjuntas para reforzar la capacidad combativa del Ejército y fuerzas del orden afganas.

Las partes acordaron crear un fondo conjunto para el mantenimiento de helicópteros en Afganistán, incrementar los suministros de helicópteros y mejorar la preparación de pilotos, expertos técnicos y policías antidroga afganos que serán entrenados en Rusia.

Además, Rusia también se encargará de preparación de policías antidroga para Pakistán.
Estos acuerdos junto con un convenio firmado recientemente sobre el envío de nuevos 21 helicópteros Mi-17 rusos a Afganistán y suministros de armas de tiro evidencian la creciente participación de Rusia en la campaña afgana.

La comunidad internacional ya considera  “desesperanzadora” la operación de la OTAN en Afganistán llevada a cabo desde 2001. Las fuerzas occidentales fracasaron en sus intentos de exterminar el movimiento radical Talibán y estabilizar el régimen del presidente afgano, Hamid Karzai, para que este sea capaz de mantener la seguridad en el país de forma autónoma.

Por otro lado, ni Estados Unidos, ni la OTAN, ni Rusia tienen otras alternativas para sustituir a Karzai, aunque la posibilidad de establecer un diálogo con el Talibán se ha analizado en reiteradas ocasiones.

En la situación actual, un derrocamiento del gobierno de Karzai sería catastrófico, especialmente para Rusia y para los países centroasiáticos miembros de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) cuya situación de seguridad nacional sigue siendo muy vulnerable.

Tanto Rusia como la OTAN se ven obligadas a consolidar sus esfuerzos para continuar la operación en Afganistán, y cada día, Moscú desempaña un papel más importante en esta guerra. El suministro de helicópteros rusos, apropiados para las condiciones locales afganas, es de importancia primordial para asegurar la capacidad combativa del Ejército afgano.

Hoy en día, las Fuerzas Armadas de Afganistán tienen en sus arsenales más de 30 helicópteros Mi-17 y varios helicópteros militares Mi-24 de producción soviética/rusa. Moscú planea suministrar a este país 21 helicóperos más a corto plazo, y el mencionado fondo acordado por Rusia y la OTAN en Lisboa, está destinado para el mantenimiento técnico y la reparación de estos aparatos.

El Ejército afgano también necesita armas de tiro. En este ámbito, el armamento ruso tampoco tiene rivales, porque los militares afganos siguen teniendo en servicio operacional ametralladoras y fusiles automáticos Kalashnikov suministrados al país por la ex URSS.

¿Caerán Rusia y la OTAN en la misma trampa?

En el marco de la cumbre en Lisboa, la OTAN fijó el año 2014 como fecha para retirar sus tropas de Afganistán, después de que el ejército afgano asuma el control de la seguridad en el país. En realidad, se trata de una estrategia para “afganizar” el conflicto.

Hoy en día, el Ejército afgano es incapaz de mantener la paz en el país y necesita ayuda cuantitativa y cualitativa. Sólo los países europeos pueden prestar este apoyo, y en este terreno Rusia también desempeña un papel muy importante. Moscú realiza suministros gratuitos y parcialmente gratuitos de armamento a Afganistán y es poco probable que esta situación cambie en breve.

Cuando en 1960 y 1961, EEUU decidió incrementar el apoyo a Vietnam, es decir, enviar allí expertos técnicos y asesores, suministrar armamento y material, no se le ocurrió a nadie pensar en las consecuencias de estas decisiones.

Unos 15 años después, la Unión Soviética tropezó en la misma piedra. La cooperación militar  iniciada con el fin de apoyar al régimen afgano terminó con una guerra de diez años que en parte, contribuyó al colapso de la URSS.
¿Caerá Rusia y la OTAN en la misma trampa por la tercera vez?

La experiencia de la guerra soviética en Afganistán muestra que es posible formar un Ejército nacional afgano, capaz de mantener una relativa estabilidad en el país. Tras la retirada del contingente soviético, el Gobierno de Najibullah permaneció en el poder durante más de tres años, pero, una vez desintegrada la URSS, Kabul dejó de recibir armas y municiones y cayó.

La OTAN apuesta actualmente por este escenario, pero ha tardado mucho en aceptarlo. Al inicio, la Alianza Atlántica cifró esperanzas en su propia victoria sin prestar atención a las Fuerzas Armadas afganas. Actualmente, el Ejército afgano cuenta con unos 150 mil efectivos y este número crecerá con el paso de tiempo. Sin embargo, para que este Ejército adquiera plena capacidad combativa es necesario realizar muchas tareas, desde la reducción de la deserción hasta los suministros del armamento de nueva generación.

Todo esto es posible, pero la formación del Ejército afgano costará muchos esfuerzos y recursos tanto para la OTAN como para Rusia.
La preparación del Ejército afgano persigue muchos objetivos, además del más evidente, o sea, la preparación del Ejército de Afganistán para responder por la seguridad en las provincias afganas.

Ante todo, el Ejército afgano en plena capacidad combativa seguramente aumentará el peso político de la administración de Hamid Karzai. En este caso, la OTAN y EEUU reforzarán sus posiciones para celebrar negociaciones con el Talibán.

El escudo antimisil

En la cumbre Rusia-OTAN de Lisboa,  las partes acordaron otros  asuntos importantes, especialmente los relacionados en defensa antimisiles, que siempre fue la piedra de obstáculo en las relaciones entre Moscú y la Alianza Atlántica.

El presidente ruso, Dmitri Medvédev, propuso a la OTAN considerar la posibilidad de crear un sistema de defensa antimisiles conjunto. Según este proyecto, Rusia garantizará la seguridad a la OTAN contra ataques de misiles desde el este y sureste y la OTAN garantizará la seguridad de Rusia desde el oeste y suroeste.

Esta propuesta parece muy interesante como el primer paso hacia la integración de sistemas militares de Rusia y el bloque atlántico. Pero aún más interesante puede parecer el reparto desigual de zonas de responsabilidad.

Es muy probable que la OTAN pueda sufrir un ataque real desde las direcciones este y sureste, que son los flancos que Rusia se compromete a proteger con sus propias fuerzas. Hay varios estados en el Oriente Próximo que desarrollan y fabrican misiles balísticos de largo alcance.

La situación en el oeste y suroeste de la frontera entre los países miembros de la OTAN y Rusia es otra, porque en su mayoría en esa zona se encuentran países miembros de la Alianza que disponen de los misiles balísticos para la defensa de su espacio y territorio nacional.

Es evidente que ni Rusia ni la OTAN no van a crear un escudo antimisil contra sí mismos. Es decir, se trata de la propuesta rusa de garantizar la seguridad de la OTAN de la amenaza de un ataque hipotético a cambio de … ¿qué? Esta cuestión todavía sigue siendo la más complicada en el desarrollo de relaciones entre Rusia y la OTAN y todavía no tiene respuesta.

Reducción de la amenaza militar

La cumbre en Lisboa aprobó el nuevo concepto estratégico de la OTAN, que considera a Rusia como  socio estratégico de la Alianza. Este concepto puede ejercer una influencia considerable sobre el sistema de seguridad europea que también suscita debates.

La OTAN está dispuesta a desarrollar la cooperación con Rusia en los ámbitos de interés común, incluido el escudo antimisil, “lucha contra el terrorismo, narcotráfico, piratería y fortalecimiento de la seguridad internacional”, constató la declaración conjunta.

Es muy importante la constatación hecha por las partes sobre la renuncia a la amenaza recíproca, pero esta declaración debe corroborarse con acciones concretas.

Como por ejemplo con la reducción de las Fuerzas Armadas de los países miembros de la OTAN, ya que la Alianza conserva su infraestructura formada en su tiempo para librar una guerra hipotética contra la URSS.

Es probable que el primer paso en esta dirección le corresponda a EEUU país  líder de la Alianza. Durante los próximos años, Washington puede reformar la Segunda flota operativa que cumple misiones en el océano Atlántico.

Esta unidad naval, una de las más potentes puede reducirse, y la misión principal de las fuerzas resultantes será la preparación de efectivos y el apoyo en retaguardia.

En realidad, actualmente,  la Marina de Guerra estadounidense no tiene misiones a cumplir en el océano Atlántico. La disolución  de la Segunda flota operativa sería la mejor prueba para la comunidad internacional de que Washington no tiene ningún plan para lanzar una ofensiva contra Rusia.
Los siguientes pasos son los más fáciles y lógicos. La reducción de las Fuerzas Armadas de los países de la OTAN hace imposible un conflicto hipotético entre la Alianza y Rusia.

Cabe esperar que en los próximos dos o tres años, las partes puedan aprobar de jure los compromisos asumidos de facto, al firmar un nuevo Tratado sobre la seguridad europea.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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