Egipto exigió a Alemania la devolución del célebre busto de Nefertiti, legendaria reina y esposa del faraón Akenatón, que supuestamente fue llevado del país africano de forma ilegal en 1913.
Esta reclamación confirmada por primera vez por documentos y argumentos legales puede conmover a los depositarios de museos y propietarios de obras de arte de todo el mundo.
Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto
La iniciativa de recuperar el busto de Nefertiti pertenece al secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, Zahi Hawass que antes propuso estudiar la posibilidad de aprobar una ley para aplicar a las antigüedades egipcias las garantías que ofrece la legislación de propiedad intelectual y derechos de autor.
La ley, pendiente de aprobación, estipula un pago por el uso comercial de imágenes de artefactos egipcios. Según Hawass, los fondos recolectados se destinarían a la preservación de los lugares históricos y a obras de restauración.
Polígono para arqueólogos
Los valores culturales fueron llevados no sólo de Egipto. En los siglos XIX y XX, Iraq (la antigua Mesopotamia), la India, China, Rusia asimismo se enfrentaron con este problema.
A mediados del siglo pasado, durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes sacaron de los territorios ocupados miles de objetos. No se puede caracterizar este proceso como destructor porque en reiteradas ocasiones se consiguió preservar en buen estado obras de arte consideradas en su “patria” como trastos inútiles.
Hoy en día, Egipto está a la vanguardia del movimiento por la restitución de valores culturales a sus dueños legítimos.
Las obras de arte fueron sacadas de Egipto hace más de cien años, sobre todo en Francia donde la egiptología estuvo de moda gracias a Napoleón Bonaparte.
Al inicio de una expedición militar francesa llevada a cabo a finales del siglo XVIII cuyo objetivo fue conquistar Egipto para cerrar a los británicos el camino a la India en el marco de la lucha contra Gran Bretaña, el general Bonaparte atrajo la atención de sus soldados y oficiales a las maravillas de pirámides egipcias.
Envuelto de una aureola romántica, que no tenía nada que ver con la realidad, Bonaparte idealizó la gran civilización del Egipto antiguo.
Seguidos por los británicos tras el fracaso de la campaña napoleónica en Egipto, los franceses empezaron a descifrar los jeroglíficos e inscripciones antiguas, estudiar frescos, esculturas, elementos esenciales de la cultura faraónica y sacarlos de Egipto.
Anteriormente, la población autóctona analfabeta que consideraba a los faraónes como bárbaros e idólatras tiraba a la basura los hallazgos de este tipo, a excepción de objetos de oro y otras joyas.
Egipto que durante siglos estuvo bajo el dominio de varios estados hasta 1922, cuando Gran Bretaña suprimió el protectorado y proclamó unilateralmente a Egipto como monarquía independiente.
Hasta esta fecha muchos arqueólogos europeos trabajaron en este país africano e hicieron muchísimos descubrimientos importantes. Entre ellos fue un arqueólogo alemán, Ludwig Borchardt, que encontró el busto de Nefertiti en uno de los talleres del famoso escultor antiguo Tutmos.
Borchardt llevó la estatuilla con un rostro feminino de proporciones impresionantes a un museo de Berlin, donde esta se convirtió en un símbolo de Egipto misterioso.
Nefertiti fue esposa del faraón Akenatón conocido por introducir un nuevo culto monoteísta dedicado a Atón en el antiguo Egipto. Es considerado precursor de religiones monoteístas como el cristianismo, islam y judaísmo.
En los 1960, el busto de Nefertiti se convirtió en un elemento de decoración del hogar muy de moda entre los moscovitas. Se escribieron libros y se hicieron versos sobre la reina misteriosa de Egipto.
En aquella época, el aceso a Nefertiti de los aficionados al arte de todo el mundo fue mucho más fácil en Berlin que en Egipto que pasó a ser un destino turístico popular a finales del siglo XX.
Nuevo mundo maravilloso
Según el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, Zahi Hawass, se trata de robo, colonialismo y violación de derechos de autor.
Hace varios meses, la dirección del Museo del Louvre decidió restituir a Egipto cinco frescos procedentes de una tumba egipcia. Las autoridades egipcias habían anunciado antes su decisión de "interrumpir toda cooperación" arqueológica con el Museo del Louvre hasta que no les restituya esas piezas arqueológicas "robadas".
Es posible que Egipto siga una táctica similar en caso de Alemania. Durante las últimas décadas, Italia, la India y otros países adoptaron leyes de acuerdo con las que el derecho de propiedad sobre todos los objetos hallados en sus territorios pertenece al respectivo estado.
En el mundo contemporáneo imperan conceptos fríos, prudentes, orientados al beneficio, es decir, la propiedad, el derecho de autor, la soberanía nacional, etc. Hoy en día, la gran idea de crear “una colección universal de valores culturales de humanidad” que se realizaba durante muchos años en los museos, desafortunadamente se relega a un segundo plano.
El destino feliz o infeliz de las obras del arte no se determina por su “residencia permanente” en el lugar de origen sino por el número de visitantes capaces de apreciar lo bello de bustos, esculturas, y retratos antiguos. Nefertiti debe ser accesible a todos.
Durante muchos años, Europa y EEUU disponían de mayor número de museos que otras partes del mundo. Es injusto calificar este hecho de “robo”. El “nuevo mundo maravilloso” de arte nacionalizado no debería recurrir a la mentira e injusticia.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
